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Los serbios lanzan la ofensiva final contra el enclave bosnio de Zepa

Las fuerzas serbias se disponían ayer a lanzar su asalto final contra Zepa y acentuaban su presión sobre Gorazde, dos enclaves musulmanes situados en el este de Bosnia que son también, como la vecina Srebrenica, zonas pretendidamente protegidas por las Naciones Unidas. Se trata de un nuevo desafío que se produce tras el llamamiento del presidente francés, Jacques Chirac, a la comunidad internacional para adoptar una acción de fuerza en los Balcanes.Después de haber conquistado y limpiado Srebrenica, los serbios lanzaron una vasta ofensiva contra el enclave de Zepa al tiempo que exhortaban a las tropas bosnias estacionadas en Gorazde a que abandonaran toda esperanza. Por la mañana, los ultranacionalistas serbios de Radovan Karadzic anunciaron que a partir de las dos de la tarde comenzarían su ataque contra Zepa si para entonces las tropas de la Armija gubernamental bosnia (de mayoría musulmana) no se habían rendido. El ultimátum serbio afectaba también a los 80 cascos azules ucranios desplegados en la zona, a los que se conminaba a abandonarla.

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La respuesta de las Naciones Unidas no se hizo esperar. Pero fue todavía más tibia que cuando la artillería serbia comenzó a machacar Srebrenica. La ONU pidió que aviones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobrevolasen el enclave, medida que no pareció intimidar a los serbios, que, fatídicamente, iniciaron a las 15.30 su ofensiva final contra Zepa con el bombardeo de dos puestos de observación de la ONU, que no causaron víctimas.Convoy destruido

Donde la ONU sí mostró un perfil contundente fue en Sarajevo. Cascos azules franceses dieron un enérgica respuesta al ataque serbio con tanques y cañones contra un convoy de la ONU que transportaba alimentos para Sarajevo, que resultó destruido. Los cascos azules franceses lanzaron hasta 69 proyectiles de mortero y granadas anti-tanque contra las posiciones serbias.

Dos cascos azules belgas que escoltaban el convoy y tres franceses resultaron heridos.

En Zepa, huérfana de apoyo, dos aviones de la Alianza Atlánica se limitaron ayer a sobrevoolaron la zona, pero sin llegar atacar las posiciones serbias. Al inicio de la tarde, los puestos de observación de los cascos azules estaban, según fuentes de la Alianza Atlántica, "casi todos capturados" por los serbios.

Varias casas de Zepa eran ayer pasto de las llamas tras ser alcanzadas por la artillería serbia.

"A las 14.00 ha comenzado el ataque con artillería e infantería contra Zepa", declaró ayer el primer ministro bosnio, Haris Siajdzic. "Es la misma escena que en Srebrenica. Están cercados. Sólo hay un centenar de cascos azules y unas pocas armas con las que la gente trata de defenderse", añadió. El primer ministro bosnio pidió una vez más a la ONU que o bien defienda los enclaves o bien levante el embargo de armas a Bosnia: "Si atas las manos del pueblo, estás condenado a defenderlo si no quieres ser cómplice de los asesinatos. Es una situación de vida o muerte, no de sutilezas diplomáticas". En Zepa viven unas 10.000 personas, cuya situación ha sido calificada por la propia ONU como "desesperada".

La presidencia bosnia ordenó a sus soldados que hicieran todo lo posible, "a no importa qué precio", para defender Zepa y Gorazde, según reveló su representante en Nueva York. Sin embargo, el enclave de Zepa "es incluso más vulnerable que Srebrenica", porque la desproporción entre las fuerzas serbias, que cuentan con el armamento pesado que han recuperado de los depósitos custodiados por los cascos azules, y las fuerzas bosnias es todavía más acusado que en Srebrenica, señalaron en Bruselas diplomáticos acreditados ante la Alianza Atlántica.

El Consejo de Seguridad, incapaz de hacer cumplir sus propias resoluciones, todavía tuvo el rasgo de condenar la limpieza étnica aplicada por los radicales serbios en Srebrenica ante sus propios ojos, los impotentes cascos azules holandeses allí destacados, 64 de los cuales todavía se encuentran en manos de los serbios.

En Gorazde viven 60.000 personas "aterrorizadas" ante la perspectiva de correr la misma suerte que Srebrenica, según declaró ayer Ron Redmon, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Ayer unos 60 soldados del Ejército bosnio rodearon la base de los cascos azules ucranios y británicos allí destacados para exigirles que les entregasen sus armas para defenderse del asalto final serbio.

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