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La apertura del Teatro Real sigue pendiente del presupuesto

Rocío García

El Teatro Real es un edificio hermoso y dotado de los últimos adelantos técnicos, pero lo que se pueda escenificar allí dentro tendrá que esperar tiempos mejores. En el paseo que la ministra de Cultura, Carmen Alborch, dio ayer -rodeada de periodistas y de cámaras- por las obras de la faraónica obra del futuro teatro de la ópera de Madrid, se pudo comprobar exactamente eso: mucho continente para, de momento, nulo contenido.La obra del Teatro Real, que desde su inicio ha estado rodeada de polémicas, denuncias, retrasos y, sobre todo, de subidas continuas en el presupuesto, va a tener un coste total de 19.445 millones de pesetas, según los datos aportados ayer por el Ministerio de Cultura. De los 19.445 millones, poco más de 13.000 corresponden a la obra civil, 3.210 a la maquinaria escénica y 2.745 a otros gastos.

Las obras estarán definitivamente terminadas el próximo 31 de octubre. Su puesta en funcionamiento, sobre cuya fecha la ministra Carmen Alborch no quiso pillarse otra vez los dedos y no aventuró ninguna nueva, dependerá de las disponibilidades económicas del Ministerio de Cultura y la Comunidad de Madrid, las dos instituciones que gestionarán el futuro teatro, tras la retirada del Ayuntamiento madrileño.

Nuevas cifras

Carmen Alborch anunció que la semana próxima se reunirá con el presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, para concretar definitivamente las cifras que cada institución deberá aportar a la fundación que gestionará el Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela. El coste anual de ambos teatros a pleno rendimento está calculado en unos 8.000 millones de pesetas. Aunque el anterior presidente madrileño, Joaquín Leguina, se había comprometido a aportar un 27% de esa cantidad, tras la retirada del Ayuntamiento, la ministra no quiso aventurar si esa cifra sigue siendo la misma tras el cambio de Gobierno en la Comunidad.Durante la visita de ayer se pudo comprobar que las obras en el Real avanzan muy rápidamente en unas zonas, muchas de ellas casi totalmente terminadas (como las 12 salas de ensayo, los camerinos y la solemne cafetería principal -400 metros cuadrados con grandes ventanales que dan a la plaza de Isabel II y el cielo de Madrid en el techo-), mientras que en otras reinan los cascotes. Es el patio de butacas el que ofrece de momento un panorama más desolador comparado, por ejemplo, con el pasillo que rodea por el interior el edificio, que tiene hasta colgadas las cortinas. Las butacas -rojas, por supuesto- están sin colocar, y los pintores continúan decorando los palcos en oro, recuperando así la imagen de la sala a la italiana que tuvo el teatro en 1859, en su época de máximo esplendor.

El teatro tendrá 1.800 butacas, 200 menos que antes. de la reforma.

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