Una joven y valiosa orquesta de Israel
Los 17 escenarios que este año ha abierto Granada a su festival se han colmado de público gracias a una oferta multiplicada y fuertemente atractiva. Así, la Misa mozárabe, en la catedral, y la de Guillaume de Machaut, en los Jerónimos, interpretadas por el Ensamble Organum, que dirige Marcel Pérèz, reverdecen el lejano pretérito y contrapuntean las últimas jornadas sinfónicas del Carlos V, la grande y larga tradición musical granadina.Subió el sábado al anillo renacentista una reciente orquesta de Israel, la de Rishen Lezion, fundada en 1988 por el compositor y director Noam Sherif (Tel Aviv, 1935) y actualmente regida por Asher Fisch (Jerusalén, 1958), maestro de gesto rotundo, ritmo firme y color imaginativo que Barenboim llevó a la Staatsoper de Berlín. La joven formación acusa gran madurez, virtuosismo técnico, excelente cohesión, amplia flexibilidad y ese sonido mediterráneo que las orquestas israelitas magnifican desde un perfeccionismo sustancial. Con un programa tan interesante como poco convencional, capaz de llenar el aforo del recinto, director y orquesta triunfaron plenamente.
Sobre ese misterio que circula por la historia musical europea bajo el nombre de Folía de España, Noam Sherif ha escrito más que unas variaciones, una fantasía inquisitiva que parece cercar el motivo hasta dar con su plenitud. Es composición de escritura maestra y muy bella caracterología sinfónica que quedó explicada de forma meridiana.
Hace 24 años, Xavier Montsalvatge compuso para Granada su Laberinto en homenaje a Antonio Gallego Burín, creador, entre otras muchas cosas, del festival cuya 44a edición remontamos. Parte la obra de una sugerencia plástica: la laberíntica decoración de la arquitectura alhambrista; bordea sin entrar en descriptivismos mayores el mito de Ariadna, Teseo y el Minotauro.
Cuando una partitura, después de un cuarto de siglo de existencia, gusta. y atrae tanto o más que el día del estreno es signo claro de que posee valores perdurables, más patentes si se benefician de una versión estupenda como fue la dada por Fisch y la orquesta de Rishen Lezion.
En su Mirada al Sur, el programa se detuvo en el Concierto número 5, Egipcio, de Saint-Saëns, espectacular, directo y superficial, cuya parte protagonista asumió con ágil seguridad el pianista Joaquín Soriano. Obra y versión fueron del completo agrado de la audiencia, que renovó sus ovaciones tras una desmitificada Francesca de Rimini, heroína tan querida por el director del festival, Alfredo Aracil, que le ha dedicado su única ópera hasta la fecha. Fueron concedidas un par de propinas, mediterráneas donde las haya, pues se trató de la obertura y el polo de Carmen de Bizet.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.