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Puerta grande

Cuando éramos chicos y estábamos esperando a ver la salida de los toros, nos hacía mucha ilusión percibir ciertos movimientos de gente que se producían en los pasillos exteriores de la plaza. Era el anuncio de que algún torero iba a salir a hombros.La salida de los toros es un espectáculo gratuito que interesa a muchos por el carácter de acontecimiento social que en sí tiene. Los primeros en desfilar son los espectadores de sombra y entre ellos los famosos que han asistido a la corrida. Luego viene un chorrear de gente de la más diversa índole, hasta que aparecen las peñas con sus músicas y danzas. El número de la tarde se producía cuando veíamos salir un grupo de muchachos con su indumentaria de fiestas y portando en volandas al héroe, vestido de luces. El nova-más fue un día que vimos. salir a hombros a los tres toreros. Uno de los porteadores llevaba una toalla al cuello y un pozal colgado a la espalda.

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Ya como espectador, el primer matador que vi salir a hombros fue Julián Marín. Era el 11 de julio de 1944 y alternaba con Domingo Ortega, que también triunfó, y Juanito Belmonte, que no tuvo suerte. La faena de Marín al sexto toro fue muy emotiva y como lo tumbó de un espadazo, los paisanos de las peñas vibraron y se lanzaron al ruedo para sacarle victorioso de la plaza. Esta escena se repitió en años siguientes.

Eran los espectadores entusiasmados los que saltaban al ruedo para cargar con el triunfador. Un año fue un prestigioso médico el que se llevó en los hombros hasta el hotel a un torero mexicano. En la época de Aparicio y Litri, los del tendido de sol disputaban quién cogería a Aparicio, quién a Litri.

Limpiabotas de feria

Más tarde empezaron a aparecer en el ruedo personajes con pinta de limpiabotas de feria con intención de sacar a hombros toreros que sólo habían estado medio bien, y entonces el público reaccionaba en contra, de manera que el medio éxito se convertía en pitada por culpa de estos capitalistas.

Hubo por aquella época escasez de triunfos, durante muchos años las salidas a hombros por la puerta grande -que en Pamplona no es tal, sino la puerta por donde entra el encierro de la mañana- fueron cada vez más extrañas y las gentes sencillas que esperaban a la puerta de la plaza la salida del torero triunfador acabaron por perder esta costumbre. En los comienzos de los años 70, Antonio José Galán, en una tarde sanferminera de relámpagos, truenos y lluvia volvió a despertar el entusiasmo con sus faenas a dos miuras. La gente aguantó la tormenta, lo llevó a hombros hasta el hotel y allí el torero tuvo que salir al balcón.

Luego volvieron los capitalistas, se llegó a la reglamentación de las salidas triunfales, incluso se midió la distancia hasta donde podía llegar el cortejo. Se ha establecido la relación "2 orejas = puerta grande" y suena ridículo escuchar que fulanito tiene en el bolsillo la puerta grande, simplemente porque ha cortado dos orejas en su primer toro y por tanto (dará igual lo que haga en el segundo) cualquier capitalista puede subírselo a los hombros y sacarlo a la calle, aunque en tan apoteósica salida sólo participen él y el torero. También se dice en las reseñas que zutano consiguió ovación en el primero y puerta grande en el segundo, o viceversa. Dudo que se haya acertado con esta medida de reglamentar lo que únicamente puede dictar el entusiasmo de los espectadores.

Ignacio Cía es director general de la Casa de Misericordia de Pamplona.

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