Cálido Julio
Julio es más heavy que agosto. Hay gente que se emperra en no admitir esta obviedad. Pero esto es lo que hay. A Julio Iglesias hay que escucharle sin prejuicios e incluso sin juicio. Ayer, en Las Ventas, la multitud pasó de juicio y de prejuicios; se rindió ante un espectáculo modélico y trepidante. El cantante -traje negro, alma caliente- se emborrachó de toro justamente al interpretar una personalísima versión de La paloma que encandiló a los tendidos y al patio. Julio, consciente del milagro, dijo: "Estoy en el cielo". Un aullido integral de la plebe rubricó la apreciación.La plaza estaba abarrotada de pueblo y personalidades (la madre del Rey, en su querencia taurina de siempre). Gentes de todas las edades y tendencias comprobaron que nuestro cantante más universal está espléndido de voz y poderío. Julio Iglesias sabe mucho de espectáculo porque, a pesar de los chismorre^. él sólo vive para la música. Julio tenía ganas de Madrid, y viceversa. Incluso los que no le comprenden se quedaron atónitos.
Julio Iglesias
Rafael Ferro (teclados), Toni del Corral (guitarra), James Theobald (percusión), Jim Devine (teclados) , Michael Saeglione (saxo), Nicky Orta (bajo), Lee Levin (batería), Dan Warner (guitarra), Windy Barnes (coros), Paz Sacristán (coros). Plaza de Las Ventas, 4 de julio.
¿Cuál es el secreto del éxito de Julio Iglesias? ¿Cómo ha conseguido llegar a donde ha llegado? Esto es un secreto, que él no va a declarar a cualquiera. Algunos dicen que no canta, que es soso, que canta para el vulgo más vulgo. Sin embargo, él mismo da una pista en una de sus nuevas canciones para que tomen nota quienes quieran llegar a ser algo en el mundo del espectáculo. Se trata de un tema escrito por Manuel Alejandro: "Aquí no regalan nada / todo tiene un alto precio / peldaño que vas subiendo / peldaño que hay que pagar" (Vuela alto). Quien quiera enterarse que se entere, que lo apunte, y que actúe en consecuencia. Al fin y al cabo, esto es un mercado, cosa que algunos sublimes artistas no acaban de comprender.
'La carretera'
Cantó de todo, junto con las canciones de su reciente disco, La carretera. Esta carretera, por supuesto, no es la de Jack Kerouac. Pero es seguro que tanto Kerouac como sus seguidores hubieran dado su alma (o parte de ella) por llegar a las gentes a las que llega el autor de Gwendoline. El es un obrero, sí, que hace lo que le piden sus seguidores. Es humilde (aunque muchos no se lo crean) y no se va por ramas metafísicas. Pero es más astuto que la madre que lo parió. Julio Iglesias tiene mucho que ver en el auge mundial de la música latina.
Julio Iglesias (aunque muchos no quieran creerlo, acaso no puedan creerlo) es un eremita de lujo que vive sólo y exclusivamente para los escenarios. De hecho, ahora, con medio siglo a la espalda, canta mejor que hace treinta años. La base es la melancolía, la soledad, y la entrega absoluta a su profesión.
Todo lo latino y todo lo caliente están en él: samba, bolero, merengue, balada... Es incierto que cante solamente para la jet y para los frívolos.
Ayer noche, la plaza de Las Ventas se convirtió en delirio. Y no sólo estaban atónitos los elegantes y los poderosos. Julio canta para todo el mundo. La música popular tiene mucho que reflexionar, mucho que aprender. Incluso los escépticos y los malintencionados se rindieron.
Y un dato muy significativo e histórico. Ayer se cumplieron treinta años del mítico concierto de los Beatles en el mismo coso de Las Ventas. Empezó con Un canto a Galicia. Parecía que Las Ventas eran gallegas. Uno de los momentos cumbres del espectáculo fue su interpretación de Caruso, la canción de Lucio Dalla. En este tema, Julio Iglesias demostró a los incrédulos que es un gran intérprete. Por eso está donde está.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.