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Un año de cárcel para el ex alcalde de AIboraia por acoso sexual continuado

Cabello deberá indemnizar a cinco empleadas

Miguel Jiménez

José Cabello besó en la boca y tocó los pechos, las nalgas y los muslos a cinco de sus empleadas municipales durante los años 1990 y 1991. Lo hizo con reiteración y pese a la negativa de las mujeres, vaiéndose de su condición de alcalde de Alboraia -una localidad valenciana de más dei 11.000 habiantes- por el PP. La Audiencia Provincial le ha condenado por ello a un año de prisión y siete de inhabilitación. Cabello, de 65 años, que no fue reelegido alcalde en 1991, deberá indemniza además a sus víctimas con un total de 1.100.000 pesetas.

Pilar Dolz, de 40 años, fue la perjudicada por las acciones de Cabello, que le provocaron "fuerte depresión que exigió tratamiento psiquiátrico continuado", según la sentencia. A Pilar le aterrorizaba entrar en el despacho del alcalde donde, en noviembre de 1990, pese a su rechazo, Cabello le tocó las rodillas Y los muslos. Antes de que pudiera salir del despacho, Cabello la sujetó por la fuerza, "besándola y tocándole los pechos y otras partes del cuerpo". Pilar recibirá una indemnización de 500.000 pesetas, mayor que las 150.000 que cobrarán las otras cuatro mujeres.Amparo Baquero, de 38 años, también sufrió los acosos de Cabello, que en una ocasión le introdujo la mano por el interior del sujetador e intentó besarla en la boca por la fuerza. "Si fueras una persona lista entrarías en mi despacho y me darías todos los días un beso en la boca", le decía el alcalde, sabedor de que Amparo iba a presentarse a unas oposiciones municipales.

A su secretaria particular, María del Carmen Miguel, de 24 años, le prometió también ayuda en sus oposiciones a funcionaria a cambio de favores sexuales. Ella se negó, pero ello no fue óbice para que Cabello, aprovechando que Carmen entraba a diario en su despacho, le tocase los muslos y las nalgas.

A María Jesús Furió, de 27 años, comenzó a acosarla cada vez que entraba en su despacho desde que comenzó a trabajar en el Ayuntamiento como alguacil, en marzo de 1990. "En una ocasión, con ánimo libidinoso le tocó los muslos, subiendo hasta las nalgas". Pese a la oposición de ella, repitió las acciones, "Ilegando a tocarle los pechos y a besarla en la boca", dice el tribunal.

En mayo de 1991 y también en su despacho, Cabello, tras cerrar la puerta con llave, comenzó a acariciar a Rosana Alfonso, auxiliar administrativa de 24 años. El alcalde "la acorraló sujetándola con fuerza, al tiempo que le tocaba los pechos y la besaba en la boca".

Las cinco mujeres decidieron romper su silencio y, en compañía de varios policías locales, se presentaron el 6 de junio de 1991 en el despacho de Cabello. El alcalde, según el testimonio de los policías y las mujeres, reconoció las agresiones sexuales y pidió perdón una por una a las ofendidas. Prometió incluso que dimitiría si no le denunciaban.

Cabello lo negó todo durante el juicio. Declaró que si pidió perdón fue sólo por ser "un hombre campechano" y por "decir alguna tontería, como cualquier hombre". Según su versión, todo se trataba de un montaje político para dificultar los pactos entre su partido, el PP, y Unión Valenciana tras las elecciones municipales que acababan de celebrarse.

El tribunal ha dado la razón a las denunciantes. Considera a Cabello culpable de un delito continuado de agresión sexual, por el que le condena a un año de prisión, y de otro contra la libertad sexual, por el que le inhabilita para ejercer cargos públicos durante siete años.

La Audiencia de Valencia, sin embargo, absuelve al ex alcalde del delito de lesiones psíquicas por el que el letrado de la acusación particular, Pedro Nácher, pedía cuatro años de cárcel, al considerar que no constituye un delito independiente de las agresiones sexuales.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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