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Revolución en las comunicaciones de EE UU

Los republicanos y muchos demócratas impulsan una desregulación casi total

El sector de las telecomunicaciones en Estados Unidos se encuentra en plena revolución. En virtud de la ley aprobada por el Senado la semana pasada cambian de una tacada las bases de la liberalización de las comunicaciones telefónicas y de la televisión por cable, así como las reglas de juego en la propiedad de los medios audiovisuales. La Cámara de Representantes tiene previsto debatir la ley en las próximas semanas y su proyecto es aún más radical en cuanto a liberalización y desregulación. La Casa Blanca no lo ve con buenos ojos.En la gestación de la ley y en el debate, todavía en marcha, los protagonistas han sido los potentes grupos de presión de las empresas y la industria, que se han gastado 40 millones de dólares en la lucha por los votos. Los consumidores han brillado por su ausencia. "Son los grandes vencedores, porque acabarán obteniendo todo tipo de nuevos servicios gracias al incremento de la competitividad que implica esta ley", según el senador Ernest Hollings. Su colega Joseph Lieberman, uno de los 18 senadores que votó en contra, no lo ve así: "Se demuestra el poder de los grupos de presión sobre los intereses de los consumidores".

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El punto más conflictivo es la liberalización de tarifas del cable sin contrapartidas. "El presidente debería vetar estar ley si no hay cambios", señaló el senador Liebernman. Pero destacados compañeros suyos unieron su voto al de los republicanos y dejaron escasas posibilidades de éxito al posible veto de Clinton.

La situación se complicará si la Cámara de Representantes aprueba un texto más radical, como es intención de su presidente, Newt Gingrich. El proyecto de esta cámara, aprobado ya por su Comité de Comercio, trata de reducir todavía más la regulación en el sector para acelerar el desarrollo de nuevos productos y abaratar los costes de las empresas. Eso se traduce, en una liberalización sin condiciones de las tarifas de la televisión por cable y en la ampliación del margen de maniobra para las grandes empresas del sector audiovisual.

Estos son los cambios más importantes:

Llamadas de larga distancia. Se acaba el reparto entre las tres grandes: A.T.T, M.C.I. y Sprint. Las siete baby Bells -las compañías telefónicas regionales están ansiosas por ofrecer el servicio de llamadas de larga distancia a sus abonados. La nueva competencia debería rebajar las tarifas.

Comunicaciones locales. La otra cara de la moneda: las compañías regionales no tendrán más remedio que compartir sus mercados respectivos con las tres grandes y con las empresas del cable. Para el consumidor se pronostica estabilidad en tarifas, pero. nada lo garantiza.

Televisión por cable. Hay 60 millones de hogares cableados en los Estados Unidos. La industria del sector tiene mucho que celebrar con la ley, porque liberaliza precios antes de liberalizar la competencia y anula la ley de 1992, que supuso una rebaja del 17% en las tarifas cobradas a los usuarios. A corto plazo, la factura subirá. A medio plazo, la entrada de las telefónicas en el negocio y la popularización de la televisión de recepción directa (por medio de antenas parabólicas) tendría que presionar los precios a la baja.

Propiedad de los medios audiovisuales. La nueva ley favorece la concentración. Hasta ahora, nadie podía tener más de 40 estaciones de radio, 12 cadenas de televisión o cubrir más del 25% de la audiencia televisiva. Con la nueva ley, no hay límite de estaciones para radio o televisión. El Senado amplía la posibilidad de alcance en televisión al 35% de la audiencia, mientras que la Cámara se propone extenderlo hasta el 50%.

Censura. El texto aprobado por el Senado requiere la instalación de un chip antiviolencia en los receptores de televisión, que permita bloquear programas de contenido sexual o violento. La Cámara no quiere legislar sobre esto, ni tampoco sobre el apartado incluido por el Senado que penaliza los contenidos de Internet con materiales pornográficos. Gingrich ha dicho que esta parte de la ley ,les una clara violación de la libertad de expresión y del derecho de los adultos a comunicarse entre ellos".

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