Le Pen pondrá a prueba a su programa racista en tres ayuntamientos

El Partido Socialista es quien ha salido mejor parado de las elecciones municipales francesas, ya que se mantiene como la primera fuerza política en las ciudades. Los gaullistas de Jacques Chirac han perdido posiciones. Pero es en el Frente Nacional, derrotado en 147 de sus 150 candidaturas a la segunda vuelta, donde hay más satisfacción. Los ultraderechistas de Jean-Marie Le Pen perdían todos sus objetivos y parecían condenados a un desastre cuando, por sorpresa, les cayó en las manos Tolón. La gran base naval mediterránea se ha convertido en el estandarte del FN, y será la prueba de fuego para las tesis racistas de Le Pen: ¿cómo podrá aplicarlas el nuevo alcalde, Jean-Marie Le Chevallier, sin vulnerar el marco constitucional?.

La víspera de las elecciones, Bruno Mégret, delegado general del FN y candidato favorito a la alcaldía de Vitrolles (junto a Marsella), prometió que aplicaría su programa a cualquier precio. Discriminación contra los inmigrantes, mano dura policial y expulsión de los delincuentes habían de ser la base de su política, aunque ello le costara "un pulso con los jueces". Pero Mégret, ultra entre los ultras, perdió estrepitosamente. Y el testigo quedó en manos de Le Chevallier, el atildado y suave candidato de Tolón, en cuya victoria se tenían muy pocas esperanzas. Será Le Chevallier, amigo y jefe de gabinete de Le Pen, quien deba demostrar en la práctica cómo gobierna su partido. Las ciudades de Orange y Marignane, también del FN, irán por detrás de Tolón y de sus 170.000 habitantes.Le Chevallier sabe muy bien por qué ha ganado. En una entrevista mantenida con este periódico en marzo del año pasado, tras el asesinato de la diputada Yan Piat, expresó su confianza en obtener la alcaldía para su partido "gracias al desprestigio de la derecha clásica". "En Tolón", dijo, "somos los únicos no manchados por la corrupción político-financiera; representamos el cambio. Y eso puede hacer que muchos nos voten, aunque no compartan nuestro programa

El nuevo alcalde de Tolón tendrá que adaptarse a dos limitaciones: una, la impuesta por un electorado muy conservador, pero no necesariamente racista y extremista; otra, la Constitución y las leyes francesas. Por el momento, Le Chevallier ha enarbolado ya los símbolos: "Como este es el principal puerto militar francés, es normal que lo dirija el partido que mejor defiende Francia. Mi primer adjunto, lógicamente, será un almirante", dijo el domingo. Pero, además, ha prometido que aplicará "el principio de preferencia francesa" en todos los ámbitos, desde la atribución de viviendas públicas hasta la distribución de plazas. escolares.

El problema del alcalde ultraderechista es que, de aplicar abiertamente su política xenófoba, se situará en la ilegalidad. Y no faltarán jueces atentos a su menor desliz. La necesidad de ajustarse a la ley tenderá a convertirle en un alcalde más o menos normal. Y ahí aparecen dos posibilidades: una, que el FN gane respetabilidad y, con ello, fuerza; otra, que el FN se convierta en un partido como los demás, pierda su atractivo como voto de protesta y languidezca en sus feudos mediterráneos.

En las elecciones municipales no ha habido tendencias generalizadas y cada ciudad ha sido un caso aparte. Los votantes, en general, han optado por un candidato determinado más que por una ideología. Sólo un par de fenómenos destacados: París, donde ha habido un claro voto de castigo contra la hegemonía gaullista y sus manejos inmobiliarios, y Vitrolles, donde la atención internacional ha provocado una formidable movilización contra la ultraderecha. Tras el maratón de las presidenciales, los franceses han mostrado poco interés en las municipales, lo que se ha reflejado en una abstención superior al 30%.