Israel construye asentamientos judíos en el Golán mientras negocia la paz con Siria
Mientras el primer ministro israelí, Isaac Rabin, y su ministro de Exteriores, Simón Peres, multiplican sus declaraciones con el fin de preparar a la opinión pública de su país para una retirada gradual de los altos del Golán-arrebatados a Siria en la guerra de 1967- prosigue a marchas forzadas la construcción de asentamientos de colonos judíos financiados por el Gobierno. En la moderna localidad de Katzrin (5.400 habitantes), capital administrativa del Golán, un imponente centro comercial acaba de abrir sus puertas.
El nuevo centro comercial acoge un supermercado, comercios de material electrónico, juguetes, flores y muebles de lujo; un banco, varios cafés y restaurantes, entre otros establecimientos. Cerca del complejo comercial se ultiman las obras de un nuevo centro cultural y deportivo, que cuenta con un presupuesto de 185 millones de pesetas.Los ministerios de la Vivienda y de Educación israelíes han aprobado recientemente la construcción de nuevos asentamientos judíos, que incluyen escuelas y otros edificios públicos, con un coste global equivalente a 865 millones de pesetas. "Necesitamos los nuevos equipamientos", explica Ram Ben, secretario del Consejo Municipal de Katzrin. "Nuestra población aumenta sin cesar, y en 1994 experimentó un incremento del l6%".
Los precios de las viviendas son muy razonables. Una casa de dos plantas con jardín incluido cuesta un máximo de 7,5 millones de pesetas, una tercera parte del precio medio en el territorio del Estado de Israel. Katzrin se levanta sobre el antiguo emplazamiento de una ciudad judía que llevó el mismo nombre en el siglo III después de Cristo. Las obras de construcción de chalés con tejados rojos rodeados de jardines salpican todas las calles de la población.
No hay forma de explicar la contradicción entre la política de un Gobierno que negocia con Siria su retirada del Golán mientras ordena inversiones millonarias en unos asentamientos judíos teóricamente condenados a desaparecer. "Es algo incomprensible", se queja Dovbar Lev, presidente del Consejo Municipal de Katzrin.
"Cortar el flujo de capitales hacia el Golán sería como reconocer que Israel ya ha renunciado a la estratégica meseta, que sigue siendo objeto de negociaciones con Sir¡a", explica una fuente del Gobierno de Isaac Rabin. Esta actitud poco convincente habría tenido sentido hace dos o tres años, cuando los dirigentes israelíes tan sólo aludían a un compromiso con Damasco y descartaban cualquier tipo de retirada. Pero ahora Rabin y Peres declaran que el precio de la paz con Siria es el Golán.
Los colonos israelíes se encuentran desorientados. "Hemos pedido un crédito suplementario para contratar a otros dos psicólogos y otros dos asistentes sociales", confiesa el secretario del Consejo Municipal, "las depresiones no hacen más que aumentar".
"Mire qué buen tiempo hace aquí", exclama Dit Tzipi, de 31 años, madre de dos niñas de cinco y tres años, respectivamente, residente en el moshav (pueblo de cooperativistas) de Kanaf. "En medio de este aire limpio de la montaña hemos construido nuestra vida, no por capricho, sino porque los sucesivos Gobiernos lo han incentivado", agrega. Tzipi, "y, como militante laborista, yo les reprocho a Rabin y a Peres sus descaradas mentiras".
El primer ministro Rabin ha prometido convocar un referéndum sobre los acuerdos de paz con Damasco, que inevitablemente implicarán la retirada del Golán. Por ahora, la mayoría de los israelíes no parece apoyar su política. Según una encuesta elaborada a finales del pasado mes de mayo, tan sólo un 34% de los votantes estaría dispuesto a pagar el precio de renunciar a los altos del Golán para sellar la paz con Siria.
El Gobierno sirio dijo ayer al Gobierno de Isaac Rabin que ya es hora de que diga la verdad a la población israelí sobre el coste y significado de la paz con Siria. Damasco se quejó también de que los extremistas israelíes se están aprovechando de las vacilaciones de su Gobierno en las negociaciones con Siria.
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