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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Savall y el Concierto de las Naciones

El Festival Mozart acogió en el Auditorio Nacional a Jordi Savall (Igualada, 1941) y su Concert des Nations, 22 instrumentistas de diversa procedencia, entre ellos algunos españoles tan conocidos como la violinista Isabel Serrano o el persusionista Pedro Estevan. Como nos hemos quedado sin la representación de Il burbero di buon cuore (El huraño de buen corazón), que han tenido los operófilos de Montpelier, se nos dio, a modo de muestra o premio de consolación, su obertura: ágil, pimpante, mozartiana por naturaleza y bien expuesta por el conjunto clásico.Luego, dos sinfonías maestras de Mozart: la numero 40, en sol menor, y la número35, Haffner, en re mayor. La evolución de Jordi Savall, desde su intensa y, magistral dedicación a la viola da gamba hasta su conversión en director es razonable. "Síempre he procurado seguir un camino cronológico en mi experiencia musical", declaraba a la revista Scherzo. Al explicarla, alude a Toscanini, Kleiber, Celibidache y Boulez (no digo que se compare a ellos), lo que me parece demasiado desde todos los puntos de vista.

Festival Mozart

(Scherzo/ Caja de Madrid). Le Concert des Nations. Director: J. Savall. Obras de Martín y Soler y Mozart. Áuditorio Nacional de Madrid, 14 de junio.

Autenticidad

Mas lo cierto es que Savall trabaja y combate entusiásticamente y procura ahondar en la música pretérita desde unos planteamientos perseguidores de una cierta autenticidad histórico-estilística que no llega a caer en lo museal. Su criterio es, en principio, tan respetable como cualquier otro y si hace unos días los salzburgueses nos daban una visión de Mozaft radicalmente distinta, la del músico catalán tiene derecho a un puesto al sol.El problema está en la realización de unas obras, como la Sinfonía en sol menor, tan preludiales de Beethoven; reside, también, en la calidad sonora y la perfección de la afinación más deficiente en las viejas trompas o en los timbales que en el moderno perfecciona" miento de esos instrumentos. Incluso hay detalles difícilmente defendibles, como la iniciación de la citada sinfonía con un ataque demasiado fuerte de esa suerte de rumor sobre el que se alza luego el tema.

Hay en Jordi Savall demasiado vigor en el tiempo, a veces apresurado, una suerte de austeridad que puede semejar torpeza y en definitiva, un cierto. distanciamiento entre la música, y su público que, no lo olvidemos, es de hoy, de finales del siglo XX. Mejor y más aireada resultó la sinfonía Haffner, cuya ejecución dio lugar a muchos aplausos por parte del público.

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