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Un grupo armado checheno amenaza con fusilar más de 300 rehenes tras tomar una ciudad rusa

Un grupo checheno que había logrado burlar el cerco de las tropas rusas se apoderó ayer durante varias horas de la central telefónica de la ciudad de Budiónnovsk y atacó los principales edificios de esta capital de distrito, 150 kilómetros al noroeste de la frontera con Chechenia. Los cerca de 80 hombres armados, que al mediodía de ayer irrumpieron a tiros en Budiónnovsk, uno de los principales centros de la industria química rusa, fueron expulsados pocas horas después por las tropas del Ministerio del Interior, pero capturaron a más de 300 rehenes, a los que amenazan con fusilar.

Las autoridades locales sostenían al cierre de esta edición negociaciones con los asaltantes para tratar de solucionar el conflicto. Según los últimos datos oficiales, los chechenos mantienen en el hospital de la ciudad a cerca de 160 rehenes, al tiempo que casi otros 200 habrían sido tomados de otros lugares y llevados en dirección a Chechenia, la república norcaucásica secesionista. El líder independentista checheno, general Dzhojar Dudáiev, aseguró ayer que no está detrás de la operación. Se estima que al menos 20 personas han muerto en la acción, aunque algunas agencias indican que la cifra de muertos puede haber sido mucho más elevada.Los chechenos llegaron a bordo de dos camiones a Budiónnovsk (60.000 habitantes), al este de la provincia norcaucásica de Stávropol. Armados con fusiles automáticos y lanzagranadas, se apoderaron de la central telefónica y de la alcaldía, y atacaron las sedes del Servicio de Seguridad y de la policía rusa. Algunos miembros del comando se refugiaron en el hospital de Budiónnovsk, donde tomaron más de un centenar y medio de rehenes, entre enfermos y personal sanitario.

Tanto los agentes de seguridad como los policías ofrecieron una "desesperada resistencia" y, según las informaciones oficiales, impidieron que los asaltantes tomaran estos edificios públicos.

"Todos los rehenes capturados durante el asalto a Budiónnovsk serán fusilados si las tropas rusas no cesan de inmediato sus acciones militares en el territorio de Chechenia", se asegura en un comunicado oficial de la policía de Stávropol, que cita una declaración hecha por los chechenos antes de retirarse de la ciudad.

El líder ruso, Borís Yeltsin, está sumamente alterado y preocupado por el hecho de que tan trágico incidente haya sido posible", declaró Serguéi Medvédev, portavoz del presidente. Por su parte, el ministro del Interior, Víctor Yerin, partió urgentemente a Budiónnovsk para investigar personalmente el ataque que los rebeldes realizaron fuera de las fronteras de Chechenia.

Aparentemente, los chechenos habían logrado burlar los puestos de las tropas federales al alegar que los camiones llevaban "carga 200" -nombre oficial de los cadáveres de los soldados rusos-, cuya inspección está considerada como un sacrilegio.

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El ataque a Budiónnovsk confirma que los partidarios de Dudáiev -tras de la caída, el martes, de su última plaza fuerte, la aldea montañesa de Shatói- han comenzado una nueva táctica en su lucha contra Moscú. El mismo Dudáiev aseguró ayer que continuará combatiendo contra Rusia. "La lucha no ha terminado. Simplemente está adquiriendo nuevas formas", declaró desafiante en una conversación telefónica con Itar-Tass. Dudáiev llamó a la agencia oficial rusa para desmentir que estuviera herido, como habían informado fuentes militares.

La mayoría de los expertos y observadores rusos comparten la opinión de que la lucha de los chechenos no ha acabado con la caída de las últimas aldeas montañesas que los independentistas aún controlaban. Ahora comienza una nueva etapa que estará marcada por acciones de sabotaje y terrorismo.

Yeltsin destituye a Lébed

En otro orden de cosas, Yeltsin firmó ayer la destitución de Alexandr Lébed, el popular general que comandaba el 140 Ejército, emplazado en la región moldava del Transdniéster. Lébed se oponía categóricamente a la disminución del 140 Ejército, ya que ello, según el carismático oficial, podría conducir al robo de los arsenales que hay en la zona y, en última instancia, a un nuevo enfrentamiento sangriento entre moldavos y rusohablantes. Yeltsin nombró en su lugar al general Valeri Yevnévich.

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