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RELIGIÓN

Las nuevas cárceles perjudican a los presos más pobres, afirma la Iglesia

"La jaula de oro sigue siendo jaula", dijo ayer sobre las nuevas macrocárceles lejos de las grandes ciudades José Sesma, responsable de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española y capellán de la cárcel de mujeres de Wad Ras, en Barcelona. "Las nuevas cárceles reúnen mejores condiciones para las personas pero, al situarse lejos de los grandes centros, donde están los abogados, pueden perjudicar a los presos más pobres, que además se verán privados del apoyo familiar que tanto necesita".Sesma presentó con José Sánchez, secretario general de la Conferencia, y con Fernando Fuente, director del secretariado de Pastoral Social, el V Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria, que se inaugura el próximo día 29 en La Coruña bajo el lema Iglesia y sociedad por el hombre y la mujer en prisión: prevención y reinserción".

"En esta pastoral", dijo Sánchez, "estamos muy seguros de mantenernos en una línea evangélica. Lo principal es trabajar para la educación fuera de las cárceles, como antídoto preventivo contra la delincuencia, y sobre todo para la reinserción, porque la sociedad rechaza a quien sale".

La Conferencia Episcopal dio datos sobre las prisiones españolas. Desde 1984 la población reclusa se ha triplicado: hoy es de 48.178 personas, 4.516 de ellas mujeres. El perfil del preso medio es varón, de entre 22 y 28 años, con delitos contra la propiedad. En Europa hay 100 presos por cada 100.000 habitantes; en España, 120. En Europa, por ese porcentaje, de 2 a 4 mujeres; en España, de 10 a 12.

Mucha droga

"Un 80% de los presos españoles tienen relación con la droga", dice Sesma. "En las cárceles, aunque la Administración no lo propicia, hay droga. Creo que si a ese 80% se le considerase enfermo y no delincuente, podríamos dedicarnos a trabajar con el 20% restante en pro de la reinserción, que es el verdadero problema. Entre un 40% y un 50% de quienes salen de la cárcel reincide, porque se encuentra sin trabajo ni posibilidades. Por otra parte, es muy difícil que la prisión prepare para la libertad desde la no libertad".Hay 2.676 voluntarios de pastoral penitenciaria. "El voluntario es oxígeno en la cárcel y, en la calle, una mano a quien el ex presidiario puede recurrir", dice Sesma.

En cuanto a los 141 capellanes de prisiones, hay un cierto roce entre Iglesia y Gobierno. Son nombrados por los obispos, que reciben de la Administración dinero para el sostenimiento de esa función. "Ahora mismo el Gobierno no cumple el acuerdo, por los recortes presupuestarios, aunque los capellanes siguen cobrando de las diócesis y hay negociaciones a alto nivel para que la situación no se prorrogue", dijo Sánchez. "Estamos recibiendo la mitad de lo pactado".

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