La Cumbre del Mediterraneo llama a detener la degradación de este mar
Un nuevo plan de acción se firmó ayer en Barcelona
"El mar Mediterráneo está herido, pero todavía estamos a tiempo de salvarlo de la muerte". Con estas palabras, el ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, José Borrell, resumió ayer en la clausura de la Conferencia medioambiental del Mediterráneo, reunida en Barcelona desde el lunes, el reto ecológico a afrontar por los 20 países ribereños en los próximos años.20 años despues de la firma en Barcelona del primer Plan de Acción del Mediterráneo (PAM), la capital catalana volvió a ser el escenario en el que, en presencia del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y del alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, los estados mediterráneos rubricaron un nuevo PAM. De la lucha contra la contaminación marina procedente de los vertidos de buques, como prioridad del primer plan, se pasa ahora a un plan centrado en la gestión sostenible del medio marino, incluyendo las costas, y la protección de la biodiversidad.
Aunque el ministro Borrell se mostró ayer satisfecho de los acuerdos alcanzados, que calificó de "muy ambiciosos para España y su industria", lo cierto es que no se han conseguido de forma clara objetivos defendidos por España, tales como el de lograr la prohibición de los vertidos tóxicos al Mediterráneo para el año 2.000 o crear un fondo para el desarrollo sostenible. Con todo, y como reconocen la mayoría de las organizaciones no gubernamentales (ONG), la posturas pro-ecologistas españolas han sido claves para evitar que se acabarán imponiendo las tesis menos ambiciosas de países como Francia.
El acuerdo de la Conferencia para reducir en el plazo de 10 años los vertidos tóxicos hasta niveles no peligrosos para el hombre y la naturaleza deja a España en una situación paradójica, ya que el Convenio Oslo-París le obliga a ello en el año 2000 para la cuenca atlántica. En la clausura, los representantes de las ONG se mostraron escépticos de que los avances recogidos en el nuevo PAM lleguen a tener repercusiones prácticas dados los escasos recursos económicos, 800 millones de pesetas anuales, con que está dotado el PAM.
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