Investigación para paliar la sequía
El Instituto Técnico-Agrícola de Albacete, dependiente de la Diputación Provincial, publica diariamente en los periódicos locales las condiciones climatológicas y asesora sobre el agua que precisan en cada momento los cultivos de regadío. A tal grado de concreción llegan algunas de las aplicaciones de las investigaciones que han florecido en España con la recalcitrante sequía. Aunque con retraso, centros públicos y privados, algunos de ellos nuevos, se han puesto manos a la obra en vez de esperar a que las ayudas caigan del cielo.Sin embargo, habrá que esperar hasta, 1996 para que entre en vigor el Programa de Recursos Hídricos, que ha sido incorporado por primera vez al Plan Nacional de Investigación, en su IV etapa (1996-1998). En su formulación se reconoce que es "Ias inversiones en I+D realizadas hasta la fecha son escasas en relación con las inversiones hechas en obras, y los proyectos de investigación no siempre se han enfocado a la solución de los problemas prioritarios".
En cuanto a los "problemas más importantes que se presentan en España y que son susceptibles de ser abordados mediante I+D [...] afectan a la disponibilidad de recursos hídricos, tanto en cantidad como en calidad, a la demanda de agua en los distintos sectores y al medio ambiente", dice el nuevo programa. Evaluar cuánta agua hay y cuánta se necesita es una de las tareas.
El mayor departamento de investigación del CEDEX (Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente), es precisamente el relacionado con los estudios hidrográficos. Doscientos investigadores se devanan la cabeza sobre cómo aprovechar mejor los recursos hidráulicos de los que dispone España. Su director, Carlos Escarpín, explica que este veterano instituto que se creó en los años treinta de la República estudia la rentabilidad en el riego, cómo aquilatar al máximo la demanda de agua según los planes de regadío para no despilfarrarla.
Situaciones dispares
En sus trabajos de campo han encontrado de todo; desde zonas en las que se riega muy bien, como en Mula (Murcia), donde todo se hace por goteo y de forma informatizada, con rendimientos que superan el 90%, hasta áreas donde lo que manda es el despilfarro, con eficiencias en torno al 20% del agua consumida, como en el canal de Piñana, en Lérida.
Si este organismo se dedica al macrorregadío -a la planificación-, el Centro Nacional de Tecnología de Regadíos (Agricultura), en San Fernando de Henares (Madrid) profundiza en lo que podría llamarse microrregadío: las mejores técnicas, según los cultivos y las zonas, para que cada cultivo saque el mejor provecho posible del agua que recibe. Algo vital en el Plan de Modernización de Regadíos. No hay que olvidar que la agricultura se lleva el 80% del consumo total del líquido elemento en España y que cuenta con 3,4 millones de hectáreas de regadío (el triple que, por ejemplo, Francia), casi el 7% del territorio nacional.
Los especialistas del Centro de Investigación y Tecnología del INIA (Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias), en Madrid, buscan con ahínco caracteres fisiológicos que hagan a las plantas más resistentes a la sequía. "Eso se consigue tanto incorporando genes de resistencia como con prácticas de labrado que permitan una mayor eficacia en el uso del agua", explica Luis Ayerbe, coordinador del área de mejora genética vegetal. La agricultura con laboreo mínimo puede ser una solución, que están estudiando en terrenos de Madrid, Valladolid y Navarra.
Entre los mecanismos que Ayerbe cita para combatir la escasez de precipitaciones destaca el conseguir variedades de plantas que tengan el ciclo de desarrollo más corto para que la falta de agua no ponga en peligro el rendimiento del cultivo. "En otros casos", dice, "lo conveniente puede ser adelantar la siembra". El Servicio de Investigación Agraria de Castilla y León (Valladolid) ha logrado, por ejemplo, diversas variedades de guisante que están preparadas para ser sembradas en otoño y resistir a las heladas. Así se aprovecharían las lluvias del invierno; cosa que no hacen los de ahora, que se plantan en febrero.
Otras fórmulas de mejora genética: Modificar la posición de las hojas para que queden menos expuestas al sol y pierdan menos agua por transpiración; mejorar la capacidad que tienen las plantas para conservar temporalmente el agua en sus tejidos o su capacidad de perder agua sin sufrir daños irreversibles, y alcanzar una cobertura vegetal lo antes posible para evitar que el suelo pierda agua.
40.000 genes
Pere Puigdoménech, director del Centro de Investigación y Desarrollo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), también ha mostrado su confianza, en declaraciones a Efe, en la ingeniería genética para afrontar con mayor soltura la aridez. Pero no de forma inmediata. El científico reconoce que de los 30.000 a 40.000 genes que existen en una planta sólo se conoce realmente un centenar. "Obtener genéticamente plantas más resistentes a la sequía", ha dicho, "es posible, pero a largo plazo, dada la complejidad de los genes que intervienen cuando se seca una planta".
Dos nuevos centros, el de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), en Valencia), el de las Nuevas Tecnologías del Agua (CENTA), en Sevilla, aportarán también su grano de arena al enorme problema.
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