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La ciudad fenicia

A seis de metros de profundidad bajo tierra dormía la ciudad fenicia, justo encima del muro cananeo. Las cavas de un edificio público de la Administración otomana se superponían a un taller de vidrio árabe del siglo VIII que, a su vez, ocultaba un suelo bizantino bajo el cual reposaban mosaicos romanos. Y Catherine Aubert aún no ha buceado hasta el fondo de su parcela. Uwe Finkbeiner dirige a sus estudiantes alemanes y obreros sirios para que acaben de sacar a la superficie una torre helenística. En el ensanche haussmaniano de Beirut, en los sótanos del Banco di Roma, han aparecido ocho hermosos arcos romanos, de mármol y muy bien trabajados. La Unesco, con Philippe Marquis al frente, halla, estudia, inventaría, pero no sabe aún cómo va a conservarse lo descubierto ni qué parte va a desaparecer de nuevo una vez fotografiada y analizada. Cada arqueólogo parece creer que su hallazgo es fundamental para la historia de la humanidad. Marquis relativiza. Tiene una visión de conjunto y juega un papel ambiguo, seducido por la ciudad actual tanto como por las Beirut desaparecidas, arqueólogo metamorfoseado en urbanista que se siente tan feliz paseando Por el antiguo barrio judío de Wadi Abou Jamil y entre sus mansiones italianizantes hoy ocupadas por gente próxima al Hezbollah, como recorriendo los restos de las calles mamelucas.¿Por qué el área de investigación se limita al centro? "No hay una respuesta satisfactoria a esa pregunta", concede Georges Zouain. El resto de Beirut, también triturado por la guerra, el abandono y los especuladores, merecería igual interés, máxime cuando se sabe que la ciudad romana trascendía ampliamente los límites del centro. A Zouain no le disgusta que se comparen sus arqueólogos a los cascos azules en Bosnia, pero está convencido de que sus guerreros científicos ya han conseguido la ampliación del mandato inicial. "Hemos conseguido que Solidere aceptase disminuir la densificación de la ciudad, que el coche no fuese el único protagonista del nuevo centro y, sobre todo, que se admita que el pasado revelado debe seguir vivo". La crisis de las inversiones inmobiliarias ha jugado a favor de la Unesco. Como también les ha ayudado el que hoy no esté tan claro que Beirut pueda volver a ser el gran centro financiero del Próximo Oriente. Según Lebas, "Dubai nos ha reemplazado durante la guerra" y, ahora, con la revolución vivida por las telecomunicaciones, la geografía de la capital- libanesa ya no es una ventaja determinante. El futuro del presente es tan nebuloso como el del pasado".

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