Cómplices felices
A la mayoría de los grandes cantantes de ópera les encantan los discos pirata. En algunos casos son insustituibles. para documentar sus carreras con títulos poco frecuentes que no han grabado comercialmente. El tenor Alfredo Kraus nunca ha grabado versiones oficiales de dos de sus títulos más representantivos, Fausto de Gounod y Los cuentos de Hoffmann, de Offenbach, y quien quiera escuchar su creación de los dos héroes románticos debe acudir al mercado ilegal.Existen cantantes legendarios que, por diversos motivos, han sido desdeñados por la diseografía oficial. Los casos de las sopranos Magda Olivero y Leyla Gencer, una de las más grandes belcantistas del siglo, son los más significativos. Sin la existencia de numerosos, registros pirata su arte no habría quedado preservado.
Grabaciones del Liceo
En los últimos meses están apareciendo grabaciones ilegales realizadas en el Liceo de Barcelona en la década de los ochenta. Legato Classics ha comercializado títulos como Herodiade, de Massenet, interpretado por Montserrat Cáballé y José Carreras, y Romeo y Julietá, de Gounod, protagonizado también por el tenor catalán. Las grabaciones pirata de Jaume Aragall, José Carreras, Plácido Domingo, Alfredo Kraus y Luciano Pavarotti copan el mercado y, en ocasiones, son los propios tenores quienes facilitan copias privadas obtenidas en los teatros que actúan. Son funciones en las que consiguieron sonados triunfos y su circulación contribuye a fomentar la leyenda.
Las quejas de los divos se limitan, como mucho, a cuestiones de imagen. Los discos pirata utilizan, casi como una seña de identidad, un diseño gráfico cutre con fotografías horrorosas en portada. Pavarotti, particularmente sensible a la cuestión, ha dicho públicamente que los discos ilegales no le molestan, pero suplica a sus editores que cuando quieran sacar sus registros, le pidan una fotografía decente.
Babelia
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