Un inspector pura sangre
Pedro Toledo puso el grito en el cielo, en público, cuando el entonces gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, fichó como asesor personal a Juan Antonio Ruiz de Alda, hombre del Hispano primero y del Bilbao después. Emilio Botín, en privado, reaccionó con cierta acritud ante la contratación de José Pérez por el Banco Bilbao Vizcaya. Ahora puede tener algo de consuelo: Manuel Zamanillo, al menos, es paisano. El nombramiento de este santanderino de tierra adentro (Limpias), que ha sido inspector y más tarde, hasta ayer, jefe de la oficina de inspección de bancos con la categoría de subdirector general, supone un giro en la política de los últimos años. Los de abajo, aquéllos que están más identificados con la casa que con un clan determinado, también ascienden. Zamanillo actuó hasta ahora como el segundo del director general de la inspección, con Aristóbulo de Juan, con Miguel Martín y con José Pérez. Los principales informes de la inspección bancaria llevan su firma: desde la crisis de Fidecaya, en los primeros ochenta, al seguimiento de los dieciocho bancos de Rumasa, para pasar después al rastreo de Javier de la Rosa en el Banco Garriga Nogués y a los problemas de Banesto, durante la época de Pablo Garnica primero y la de Mario Conde más tarde. Sería difícil encontrar a alguien que pueda competir con Zamanillo, precisamente, en el conocimiento de las triquiñuelas que Conde y su equipo pusieron en práctica entre 1987 y 1993.
Luis Ángel Rojo se ha decantado por un hombre sobre el que coinciden todos aquéllos que le han tratado -y sufrido- como inspector en destacar su honradez, austeridad y discreción. Pero también ha renunciado a sustituir a Pérez por una persona de un perfil parecido, esto es, un economista, con capacidad para dirigir la inspección bancaria y, al mismo tiempo, intervenir en los consejos sobre los grandes temas, como la evolución de los tipos de interés y la marcha del ciclo económico. En este sentido, la elección por el escalafón ha sido más técnica, menos guiada por los asuntos de imagen y representación, que en los últimos años habían privilegiado más los nombramientos de personas con cierto talante intelectual.
Rojo, pues, ha cometido una herejía -la de prescindir del citado perfil- en una casa que, debido a las desgracias recientes, necesita mucho mimo. Es probable, asimismo, que el subgobernador, Miguel Martín, actúe en adelante más encima de la dirección de inspección que en la reciente etapa de José Pérez, en la que no tuvo responsabilidad alguna. Manuel Zamanillo, que cuenta con una gran simpatía en el Cuerpo de 150 inspectores del banco emisor, seguirá, pues, desde un puesto más ejecutivo, la supervisión de las casi 500 entidades que hasta ahora dirigía más sobre el terreno. Su segundo, Juan José Rivero, es el nuevo jefe de la Oficina de Inspección de Bancos.
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