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Entrevista:FERIA DE SAN ISIDRO

"Los presidentes exigen demasiado en Madrid" dice Luis Domecq

Luis Dornecq, que junto a su hermano Antonio cortó la única oreja de la tarde al sexto toro, al que rejonearon por colleras, se mostraba muy satisfecho de su actuación, al término del festejo, aunque lamentaba no, haber obtenido la segunda oreja de ese toro. "El público la ha pedido con muchísima fuerza y nos dio una enorme ovación de despedida como desgravio", exponía, "pero los presidentes exigen demasiado en esta plaza". El rejoneador, sin embargo, no quería pronunciarse sobre si la mereció o no y evitaba criticar al usía: "Hay que respetarlo, aunque no, esté de acuerdo con él, como tampoco lo estuvo el público".Un público que sí comprendía fuese exigente, "porque así debe ser el de una plaza tan importante y entendida como esta". El rejoneador prefería centrarse más en sus actuaciones de las que reconocía que su única laguna fueron sus fallos al matar, con el atenuante de que "siempre me tiré arriba". Del resto afirmaba que, tanto en solitario como junto a Antonio, hizo las cosas siempre dentro del clasicismo de su forma de torear, "y como nos obliga nuestro apellido".

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Luego destacaba la sensacional tarde de su caballo Duende, "que ha toreado mejor que nunca", y añadía que incluso él mismo llegó a pasar miedo al ver la decisión y valentía de este tordo hispano-árabe-luso: "Hubo momentos que pensé o clavamos o nos mata el toro a los dos". Por último, despreciaba las estadísticas al recordarle que era la primera vez desde 1992 que no salía a hombros: "Los números no me importan; yo soy torero".

Por su parte, el presidente Luis Espada se limitaba a comentar, "también sin ánimo de polémica", que no concedió esa segunda oreja, "que es decisión exclusiva de la autoridad", porque los rejoneadores "mataron al toro tras verse obligados a echar pie a tierra y no desde el caballo. Además el rejón de muerte quedó muy feo". Esa mala colocación fue también la culpable de que no concediera la oreja. a Bohórquez en el segundo toro. "En Madrid, con bajonazos no hay orejas", concluía.

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