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Los comicios belgas apuntan a la repetición de la coalición de centro-izquierda liderada por Dehane

Bélgica ha aprobado a la coalición saliente, de centro-izquierda. Pero se ha decantado más hacia el centro. Las elecciones legislativas apuntaron ayer a la continuidad de la coalición del socialcristiano Jean-Luc Dehaene con los socialistas, aunque el virtual empate permitiría al primer ministro saliente buscar a los liberales como socios y orientarse así al centro-derecha. Wilfried Maertens, su correligionario y antecesor, reafirmó la apuesta continuista, manifestando que "la mayoría saliente podrá mantenerse". El desgaste gubernamental -con el aumento del paro y de la corrupción- fue limitado.

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La mayoría cuatripartita saliente -socialcristianos y socialistas de ambas familias linguísticas, francófona y neerlandófona- alcanzaba 81 de los 150 escaños que componen la nueva Cámara federal, la que elige al Gobierno, según las proyecciones del 80% de votos escrutados a la una de la madrugada. Ello equivale a una mayoría parlamentaria del 54%, aunque sólo el 49,4% del voto popular. El centro-izquierda disponía en la anterior Cámara (compuesta por 212 diputados) de 120 escaños, es decir, una mayoría parlamentaria más amplia -el 56,6%- y la mitad del voto popular (50%).Pero Bélgica es Bélgica, los claroscuros, la alquimia. Una alternativa de centro-derecha, también dirigida por los socialcristianos de Dehaene y secundada por los liberales, sería aritméticamente posible a pesar de ser algo inferior a la continuista (79 escaños frente a 81). Por eso Dehaene, que tiene aún más que antes la sartén por el mango, se divirtió anoche de lo lindo en la televisión. Dijo que su gestión había sido aprobada "pese a la fuerte campaña liberal para romper nuestra mayoría", pero no se comprometió en su repetición: "Mañana será mañana y esta semana la tengo muy ocupada, se casa mi hijo".

Era, más bien, un juego. Políticamente, la opción del centro-derecha, aunque factible, es casi imposible: requeriría olvidar al primer partido de Valonia, el socialista, contra la regla no escrita según la cual los partidos líderes de cada región deben formar parte del Ejecutivo; e implicaría que el Gobierno federal fuera asimétrico de los regionales (en el valón los socialistas son imprescindibles para cualquier combinación), idea desechada por todos los protagonistas en la campaña.

Evaluación electoral

El secreto de estas elecciones estribaba en evaluar el desgaste gubernamental provocado por el aumento del paro (que alcanza al 10% de la población activa) y de la corrupción. Sobre todo del caso Agusta, la presunta comisión ilegal de 200 millones de pesetas al partido socialista flamenco (SP) por la compra gubernamental de 46 helicópteros militares. Doble secreto desvelado: el paro ha desgastado, pero no la corrupción.

La coalición saliente lograba -con la cautela de que el escrutinio alcanzaba el 80% a la una de la madrugada- casi todos sus objetivos, sobre todo en la zona flamenca. El SP no ha acusado los remolinos de Agusta, que han salpicado a varios de sus líderes, entre ellos al actual secretario general de la Alianza Atlántica, Willy Claes. Al revés, aumenta su porcentaje de votos en 0,6 puntos, que le valen dos escaños más, y sigue como tercer partido, tras socialcristianos y liberales, seguramente gracias a la imagen renovadora y honesta del secretario general, Louis Tobback.

Los socialcristianos flamencos de Dehaene conservan la primogenitura en4a región, frente al empuje del partido liberal en la campaña y en las encuestas: su ben sólo un 0,4% (dos escaños más) y fracasan en su aspiración de desplazarles del liderazgo.

Si la corrupción no debilita al centro-izquierda en Flandes, el paro sí lo hace en la zona valona, el feudo de la izquierda. El Partido Socialista (PS) pierde 1,5 puntos, pero se mantiene en primera posición. Algo esencial, porque los Gobiernos suelen formarse en tomo a los partidos líderes de las dos grandes regiones. Socialcristianos y liberales variaban un ápice (una décima unos, tres los otros).

El techo de la extrema derecha

Los ecologistas falmencos perdían casi medio punto y un punto los francófonos. Y la extrema derecha afianzaba posiciones, aumentando sus votos un 1,1% respecto de las anteriores legislativas tanto en el Norte y Bruselas (el ultranacionalista VIaams Blok, que sigue el lema ¡België baarst! Bélgica, revienta) como en el Sur y la capital (el lepenista Front National), pero no continúa la progresión geométrica que hacían temer sus resultados del año, pasado en las elecciones europeas y en las municipales del mes de octubre. La formación extremista de Philip Dewinter, el VIaams Blok, parace así tocar su techo electoral.

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