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Rabia novilleril

Cobaleda / Guerra , Porcel, Pacheco Seis novillos de Caridad Cobaleda, finos de, lámina y de juego desigual; al sexto, muy noble, se le dio la vuelta al ruedo. Julián Guerra, ovación 3, silencio. Francisco Porcel, nuevo en esta plaza, aviso con ovación, y aviso con silencio. Carlos Pacheco, oreja y oreja, con salida a hombros por la puerta grande. Plaza Monumental. Bardélona, 14 de mayo.

Hoy en día, la mayoría de los novilleros, parece que tengan la carrera hecha demasiado pronto. Son en exceso conformistas y algunos se pasan la temporada esperando, como las figuras, que les salga el novillo que se lo dé todo hecho. De ahí que cuando aparece un principiante con rabia novilleril y con ella es capaz de triunfar y abrir la puerta grande en una plaza de primera, sea noticia. Así sucedió esta vez con Carlos Pacheco, que ya debutó la temporada pasada en Barcelona, sin especial relieve, y que ha toreado bastante, aunque casi nunca en el circuito de las grandes plazas.A Carlos Pacheco le correspondió el mejor lote de la desigual y bonita novillada de Caridad Cobaleda. Al tercer novillo lo recibió con faroles de rodillas y el muleteo fue muy decidido y valeroso, aunque se echase a faltar algo de temple y de acoplamiento. El sexto hizo una buena pelea en varas y llegó con gran son a la muleta. Pacheco le hizo un ajustado quite -por chicuelinas y, después de ser banderilleado lucidamente por David Valenzuela, inició la faena de hinojos y en los medios, terreno en el que desarrolló casi toda su labor, con valor, temple y entrega.

Quizás faltase un poco de pellizco, pero fue la faena de un novillero con arrojo y cabeza, que quiere abrirse paso. Entró a matar como una vela y consiguió una estocada de efectos fulminantes. El presidente estuvo muy acertado al conceder sólo una oreja y ordenar la vuelta al ruedo al novillo de nombre Solitario.Mucho peligro El primer novillo de la tarde tuvo mucho peligro, fue poco picado y llegó a la muleta avisado y con sentido, después de haber herido de pronóstico menos grave al subalterno Fernando Martín Domínguez. Julián Guerra no se afligió y estuvo sosegado y con oficio. Alargó mucho el muleteo .y luego anduvo, algo premioso con el pincho. En el cuarto novillo, muy soso y deslucido, no hubo brillo posible, a pesar de la voluntad del espada.

Francisco Porcel apuntó muy buenas maneras con el capote.' En su primero, violento, que no humillaba y se fue aplomando, toreó muy asentado, aunque no siempre con temple, en una faena que fue a menos.

El quinto novillo fue un manso que tuvo algunas, no muchas, embestidas aprovechables. Aquellas, precisamente, en que Francisco Porcel pudo lucir su buen corte. Al igual que en su primero, atravesó al novillo en el trance final.

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