Marginados en Nueva York

Ángeles sin cieloLas grandes compañías norteamericanas cada vez producen películas más caras, iguales a sí mismas y menos interesantes, pero en compensación las productoras independientes, siguen haciendo un cine que se sale completamente de lo habitual. Como un nuevo ejemplo que se une a una larga lista se estrena ahora Angeles sin cielo, una película bastante insólita dentro del panorama del cine de Hollywood.Con un subrayado tono de fábula, pero con una gran carga realista, narra la amistad que se origina entre dos seres marginados durante un duro invierno en Nueva York.

El atractivo de Ángeles sin cielo reside en su parte documental, en el realismo con que describe el campo deportivo cubierto convertido en gigantesco albergue ocasional para marginados, la existencia cotidiana de quienes viven malamente limpiando parabrisas de lujosos automóviles, la anodina y mecánica manera en que son enterrados. Concentrado en el diálogo, que señala que la única diferencia entre un lustroso empleado y un mugriento marginado es que cobra un sueldo a fin de mes, pero se convertirá en uno de ellos en cuanto deje de percibirlo.

Por el contrario, sus fallos residen en su parte de ficción debido a su endeble estructura dramática, a girar en torno a una situación única, y haber desarrollado muy poco su tono de fábula. El hecho de que el joven y, amable protagonista se mueva una y otra vez entre la bondad de su amigo y la maldad de un marginado sediento de dinero, a la caza de un sueño imposible, está subrayado por una imaginaria escena que se sale demasiado del contexto.

De manera que mientras el desconocido realizador Tim Hunter cumple su cometido con una cierta habilidad, los fallos de Ángeles sin cielo son esencialmente achacables al guión de Lyle Kessler. Matt Dillon hace una buena creación del personaje con problemas mentales, a pesar de que nada le favorece un exagerado ,doblaje, y el actor de color Danny Glover se sitúa a su misma altura con un personaje bastante menos brillante.