Estreno mundial en París de una obra de teatro de Juan Benet
La sombra de Beckett está en 'Agonía confutans', declara el director del montaje
Daniel Zerki, el director de Agonia confutans, la pieza de Juan Benet que hoy se estrena en Bobigny, en los alrededores de París, conoció al escritor hace seis anos en la capital francesa. "Entonces participé en la lectura de alguno de sus textos y le pregunté si nunca había pensado en el teatro. Me reveló que entre 1965 y 1966 había redactado tres piezas, pero se rió de ellas, las consideró poco interesantes. Luego seguimos en contacto telefónicamente y yo le reclamaba siempre que me enviase las obras, pero él decía haber perdido los manuscritos y la revista mexicana en la que se publicaron. Tardó un año en hacérmelas llegar" recuerda.
Cuando Zerki las tuvo entre las manos quedó sorprendido: "Era puro teatro, aunque todo esté ve hiculado por el diálogo". La sombra de Beckett está presente, pero el irlandés "prefiere la frase corta, concisa, mientras Benet es prolijo, amante de un discurso repleto de subordinadas que saca su humor de su propio exceso". Los dos personajes, la tierra de nadie, el absurdo, son elementos que aproximan el mundo de los dos escritores. "Pero Benet es muy español, tiene una vertiente solar, de sombras muy recortadas, precisas".La traducción es de Claude Murcia, la especialista francesa en la obra de Benet, y los actores escogidos, Roland Bertin e Yann Collette. "Todo les opone: uno es gordito, afable, maduro, mientras que el otro es más duro, delgado y joven. Además, sus técnicas de interpretación también son distintas, ya que Bertin es un societaire de la Comédie Française desde hace 14 años y Collette se ha formado actuando bajo las órdenes de gente como Bruno Bayen, Jean Louis Martinelli, Matthias Langhoff o Jacques Rivett , amén de su reciente intervención como médico en Prét-á-porter, de Altman".
La infeficidad
Bertin encarna a Corpus, que es tanto en cuerpo como el texto, mientras Collette es Pertés, "el que se opone, el que destruye", explica Zerki. "La primera parte es una reflexión sobre la infelicidad, un debate, una confrontación sobre ella, sobre sus múltiples variantes. La segunda, a través de frases mucho más cortas, habla de la felicidad y desemboca en la desesperación porque descubre que es imposible. En conjunto, aunque todo queda expuesto de manera muy elegante y ligera, aunque el teatro parece mucho menos pesimista que las novelas de Benet, la conclusión también es desesperada, ya que si la felicidad no existe la desgracia no nos sirve de consuelo". El teatro de Bobigny es uno de los más prestigiosos de Francia. Dirigido por Ariel Goldenberg, mantiene una política de coproducciones rigurosa y varia da, abierta a grandes nombres pero también a experimentos minoritarios. "Hemos dispuesto de seis semanas de ensayos, que es un tiempo normal, pero sobre todo nos hemos beneficiado de un clima de colaboración magnífico, de una atmósfera no envenenada por problemas de reglamento. La sala que han puesto a nuestra disposición es la pequeña, la de 200 localidades, y el decorado es único porque así lo pide. el texto. He optado por un cielo cambiante, en contradicción con lo que dicen los personajes, irónico". El último Salón del Libro de París, dedicado a los autores españoles, reveló una inesperada y fuerte corriente de interés por Juan Benet. Eduardo Mendoza, Félix de Azúa y Javier Marías hablaron de su amigo y colega ante una sala repleta. "En el teatro hallamos el mismo sentido del humor que en las novelas, pero adaptado a otras necesidades. Cuando escribió su obra dramática, el teatro le interesaba de verdad, se había planteado a fondo lo que era, pero en aquella época imagino que su propuesta era imposible o insensata para el teatro comercial español".
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