España quiere participar en la construcción de la estación espacial internacional 'Alfa'
Se mantiene la incógnita de la aportación nacional al segundo satélite militar 'Helios'
España está nuevamente interesada en participar en la construcción y utilización de la estación espacial internacional Alfa, a cambio de un renovado reglamento financiero de la Agencia Europea del Espacio (ESA) que no penalice, como sucede actualmente, las devaluaciones monetarias. A Europa le queda muy poco tiempo para decidir -poniendo ya el dinero sobre la mesa- su contribución a la estación, un proyecto, conjunto de Estados Unidos, Rusia., Japón y Canadá, cuyos primeros elementos empezarán a ponerse en órbita en 1917.
La participación de España en este programa tripulado, del que se retiró hace dos años cuando la estación todavía se llamaba Freedom, es sólo una de las decisiones que tiene pendientes el Gobierno en este área con un alto componente de investigación y desarrollo. Otras son la participación en otros programas de la ESA como la mejora del supercohete Ariane 5, así como en el satélite militar Helios 2, el proyecto de pequeño lanzador europeo y la construcción o no de nuevos satélites Hispasat.La propuesta de aportación europea a la estación Alfa, limitada en la actualidad al módulo Columbus y el vehículo de carga ATV, supone casi 400.000 millones de pesetas de 1996 a 2002, y se discutirá en la reunión de nivel ministerial de la ESA en octubre, en un ambiente de crisis económica (Francia quiere limitar su participación al 10%). La delegación española en la ESA estudia su participación, que podría alcanzar el 4%, si se acepta el cambio en el reglamento financiero. Con esta misma condición se suscribiría al programa de mejora del cohete Ariane 5 con un 3%, similar a la participación actual en el Ariane 5.¿Quién decide?
Según cifras oficiales, España aporta a la ESA unos 15.000 millones de pesetas anuales y obtiene un retorno en forma de contratos de un 102%. Las decisiones sobre las áreas en que se gasta este dinero se están tomando en el ministerio de Industria, pero a partir de ahora deberían pasar por el Comité Asesor de Grandes Instalaciones, recién creado por la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (CICYT). En realidad, los programas internacionales de I+D en España dependen de la CICYT, pero ésta delegó la gestión de los retornos industriales de la ESA en el Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI), del Ministerio de Industria, que dirige Humberto Arnés. En la práctica, la política espacial se lleva desde este centro.
La inversión española en el espacio está por debajo de lo deseable, según fuentes del sector consultadas, y la decisión que corre más prisa es la referente al satélite militar Helios 2, del que España se retiró para luego anunciar su vuelta hace unos meses. "Entrar en cualquier programa tarde es entrar mal", es la opinión generalizada entre las empresas que participaron en el Helios 1, a punto de lanzarse.
En cuanto al Hispasat, existe en cartera un tercer satélite para completar el sistema, pero no se ha tomado una decisión sobre su construcción ni sobre la de una nueva generación.
La mejora del Ariane 5 se centra en el incremento del empuje del motor Vulcain del cohete y en aumentar a casi el doble la capacidad de la tercera etapa. En cuanto al pequeño lanzador europeo es un proyecto no englobado en la ESA, impulsado por el Centro Nacional del Espacio francés, que pretende aprovechar el booster (cohete de combustible sólido) del Ariane 5 para hacer un lanzador de satélites medianos.
Industria y la lista secreta de las cuotas
En la Agencia Europea del Espacio (ESA) rige el principio del retorno geográfico, lo que quiere decir que gran parte de la cuota que paga cada país debe revertir en forma de contratos de investigación y desarrollo e industriales a sus entidades. Las empresas, sin embargo, se presentan a los concursos para los programas en régimen de competencia abierta y la ESA los adjudica en función de la calidad y precio de las ofertas, aunque tiene en cuenta el retorno geográfico.A pesar las reglas del libre mercado, la delegación española en la ESA, ubicada en el Ministerio de Industria y Energía, ha caído en la tentación de ordenar el pequeño sector espacial español asignando una cuota máxima de participación en el retorno a cada una de las empresas. Pretende conseguirlo presionando directamente a las compañías para que no entren en áreas que han sido adjudicadas a otras e influyendo dentro de la ESA cuando se trata de adjudicar contratos, a decir de varias de las empresas que se sienten en desacuerdo y perjudicadas por este dirigismo oficial. En su opinión, esta distribución encubierta se presta además a favoritismos y a que España se apunte a determina dos programas que benefician, a determinadas empresas.
"No estamos de acuerdo con el criterio de asignación de porcentajes, no creemos que sea bueno para la competitividad", afirma Víctor Rodrigo, director general de Crisa. "Si estamos en libre mercado, estas cuotas no tienen sentido y lo que hacen es penalizar a las empresas que están creciendo y compiten bien", dicen en GMV. "Sólo tendría cierto sentido si la política espacial estuviera definida, con objetivos claros y públicos", matiza un directivo de otra empresa.
Para CASA Espacio, la empresa (pública) con mayor porcentaje, estas cuotas son una mera referencia histórica y no entrañan mayor o menor apoyo de la delegación española. También fuentes autorizadas del CDTI señalan que la lista -nunca hecha pública- es un balance histórico y que no hay presiones ni a las compañías ni dentro de la ESA.
Empresas que se han retirado de concursos adjudicados finalmente a otras extranjeras o que se han visto postergadas en un contrato a pesar de su buena puntuación técnica han solicitado recientemente aclaraciones a la Administración y se han planteado recurrir al Tribunal de la Competencia.
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