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La Puerta de San Vicente se reencarna en una gemela un siglo después de ser desmontada

La Puerta de San Vicente volvió ayer a saludar a sus vecinas de toda la vida. La estación de Príncipe Pío y la valla del Campo del Moro dejaron de verla hace 103 años,cuando el monumento de Sabatini fue desmontado porque estorbaba al tráfico. Pero ahora, las vecinas inmóviles de la glorieta de San Vicente ven la cara de su compañera en vez de la espalda, le sonríen desde unpoco más lejos -a 30 metros de su emplazamiento original en línea con los muros de los jardines reales- y han apreciado un rejuvenecimiento milagroso en sus 26 metros de envergadura.

Devolver a la glorieta de San Vicente la puerta construida por Sabatini bajo los auspicios de Carlos III "para comodidad y ornato público por decreto del año l775", según reza en latín la leyenda del frontispicio, ha costado 229 millones de pesetas, de los que 94 han sido aportados por la Fundación Caja de Madrid.En 1892, el Ayuntamiento de Madrid pagó 16.834 pesetas a un tal Francisco Martín (vecino de la calle de Santa Engracia) por desmontarla: estorbaba al tráfico -ironías de la historia, sólo había aún carros de caballos-

En principio se había pensa, do en hacer una glorieta -como la que salvó la Puerta de Alcalá-, pero no se consiguió robar los metros necesarios a la valla del Campo del Moro (propiedad real) y a la estación del Norte.

El coste de la reforma para conservar la puerta (un portillo, ya que por ella sólo pasaban viajeros sin mercancía) rondaba las 100.000 pesetas de entonces.

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La idea de los concejales era montar de nuevo las piedras para dar entrada al parque del Retiro. Pero el arquitecto municipal José López Sallaberry se encontró al desmontar los sillares que "por efecto de la resistencia de los gatillos que los une entre sí y del mal estado de la piedra se habían partido".

Así que ante lo costosa que resultaría la reconstrucción y el "poco mérito artístico" del monumento, Sallaberry pidió permiso para aprovechar algunas piedras para levantar farolas en la glorieta de Cibeles, otras se subastaron y las inservibles se abandonaron en la Casa de Campo.

La puerta clónica de Sabatini inaugurada ayer ha empleado a cinco canteros municipales que durante 150 días laborables han encajado los sillares de caliza de Colmenar Viejo y granito de Quintana de la Serena (Badajoz). Una mole de 2.000 toneladas (dos millones de kilos) a la que han dado forma los cálculos de los técnicos del departamento de Vías Públicas, que utilizaron unos planos de Sabatini (que no coincidían con el monumento levantado) recuperados en el archivo nacional de Francia y una fotografía de Laurent.

Tanto el ideólogo de la reconstrucción, el arquitecto y presidente regional del PP, Pío García Escudero, como el responsable de Vías Públicas, Juan de las Heras, se mostraban ayer exultantes. Cinco meses de trabajo con pocos problemas (sólo dos piedras rotas, encaje perfecto de los pilares de cimentación entre el paso subterráneo y el túnel del metro) pero demasiados nervios: los que le produjeron una úlcera al maestro cantero, Luciano.

Pero la tensión (no pensaban poder terminar a tiempo para inaugurar la puerta antes de las elecciones) ha valido la pena: "Mis nietos podrán decir que su abuelo participó en la construcción de la puerta; quizá nunca se vuelva a levantar otra en Madrid".

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