Demasiada exigencia
Los padres enfrentados al problema no entienden al principio que lo que le está pasando a su hijo es una enfermedad y no un capricho. Tras el desconcierto inicial, sin embargo, suélen aceptarlo bien. El tratamiento es lento y las recaídas fáciles si se precipita la recuperación: el primer paso es que el niño deje de ir al colegio para tranquilizarse y aprender a controlar su angustia. "Se trata de niños precoces, muy sensibles, con una gran capacidad crítica y con cierta tendencia a obsesionarse fácilmente. Son ellos los que deben ir marcando la pauta hasta conseguir retomar la vida normal", explica Adela Collado. Es imprescindible el tratamiento con medicamentos además de la psicoterapia, en la que es fundamental incluir a los padres. El cuadro más intenso suele de uno a tres meses, pero el seguimiento del chaval debe prolongarse al menos durante año y medio. De alguna forma, según los especialistas, esta crisis muestra un deseo del niño de volver a etapas más infantiles, como si no estuviera preparado para afrontar las exigencias de la realidad, a pesar de su precocidad. En opinión de Ignacio Avellanosa, este rechazo está conectado con una experiencia muy temprana de separación vivida con mucha angustia, y de la que los padres no fueron conscientes.
La impresión de los especialistas es que los trastornos de ansiedad han ido en aumento en los últimos años. Un estudio realizado el pasado año por el hospital Clínico entre chavales normales de 11 y 14 años en un colegio madrileño mostró 1 que entre un 10% y un 14% presentaba niveles de ansiedad muy por encima de los límites medios.
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