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El laberinto de Los Cármenes

La caótica numeración de un barrio pierde a carteros, médicos y vecinos

Antonio Jiménez Barca

Va un paseante por la calle de Ariza, en el barrio de Los Cármenes(distrito de Latina) y pregunta: "Oiga, ¿esto de aquí enfrente también es la calle de Ariza?. "Claro, claro", responde una vecina, "aquí todo es la calle de Ariza". Y es cierto. La calle de Ariza contiene más de 200 números, todos pares. Serpentea, se parte, desaparece y resurge de repente a un centenar de metros de distancia.Los vecinos ya están acostumbrados a vivir en un barrio que a su vez es un laberinto; pero, por la noche, sigue sin gustarles nada tener que salir de casa para indicar a una ambulancia de urgencias dónde viven o dónde está el enfermo. Las instrucciones dadas por teléfono en este barrio no sirven de nada.

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Aquí se pierde el butanero, el cartero, el repartidor de propaganda. Aquí se pierden los taxis y los médicos y hasta los Testigos de Jehová, que más de una vez han tenido que abandonar el barrio sin haber encontrado la vivienda de un determinado adepto. Los propios vecinos apelan a una resignación alimentada por la costumbre (llevan más de cuatro años viviendo en este desbarajuste numérico) y describen sin mayor énfasis las contradicciones urbanísticas del barrio.

Un ejemplo de éstas es la calle de Gallur. Cuenta sólo con números impares (501) y se divide en más de ocho tramos distintos, repartidos entre calles, callejuelas, bocacalles, alguna plazuela, una plaza grande y algún portal solitario y esquinado. En uno de los tramos (en realidad, una bocacalle independiente y estrecha, pero que por los azares urbanísticos también se llama Gallur) conviven dos portales contiguos. Uno de los portales es el 47; el otro, ¡el 149!, que, para más desconcierto, también es el antiguo 1238. Si alguien quiere llegar al portal número 49 de la calle de Gallur, por tanto, no lo encontrará al lado del 47, sino un centenar de metros a la derecha, en un tramo perpendicular.

La calle de Ariza también posee propiedades metamorfoseantes. Se trenza y se combina con la de Gallur como si entre la dos quisieran liar a todos los habitantes de la zona. Pero también posee cualidades únicas. Al final de uno de los tramos de esta calle, que,aunque no posea números impares,sí que cuenta con portales a uno y a otro lado, aparecen dos números enfrentados: en un lado el 70 y enfrente el 72 . Según va recorriendo uno la calle, el visitante se en cuentra que del 70 se pasa al 68, luego al 66, etcétera. Por el otro lado, del 72 pasamos al 74, al 76, al 78, etcétera. Al final del tramo, uno, estupefacto, se da cuenta de que el número 62 está mucho más cerca del número 80 que del 70 o del 74.

Por estas calles vagaba medio desesperado el pasado jueves Francisco García, de unos 35 años, repartidor de propaganda a domicilio. "Llevo viniendo al barrio desde hace más un año. y todavía no he comprendido bien esto de que un número esté aquí y otro en Pekín", cuenta. Pregunta a unas vecinas un número de la calle de Gallur, y las vecinas, que llevan en el barrio más de 30 años, responden con una sinceridad reveladora: "No sabemos, porque esto es siempre un lío".

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Paquita Fernández, propietaria de una farmacia, cuenta que los clientes que acuden cuando el establecimiento está de guardia por la noche se topan con muchísimas dificultades para encontrarla. "Ha habido mucha gente que se ha vuelto loca dando vueltas sin encontrar dónde estamos", cuenta Fernández. No es extraño: la farmacia se encuentra en el número 128 de Ariza, exactamente el mismo número que el de un portal que se encuentra en el mismo inmueble, pero que da al lado opuesto de la calle. ¿De la calle?

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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