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La vida es una novela

Vida y literatura, he aquí dos de las muchas peculiaridades observables en esta parte del universo. Quizá sorprenda, pero estos dos descomunales conjuntos, el de todos los individuos vivientes y el de todos los libros legibles, difieren en dos detalles: 1. Un individuo vivo es un libro, pero del que sólo se ha editado una copia. 2. Todos los individuos vivos son diferentes, sí, pero, a diferencia de las novelas, se trata de libros ¡escritos todos en un solo idioma!El texto irrepetible de una novela (El Quijote, Por ejemplo) corresponde al genoma inscrito en el ADN de un individuo concreto (digamos John Smith). ¿Qué es un individuo vivo sino aquel conjunto de células con idéntico texto genético? Todo individuo vivo, como toda novela, sólo es idéntico a sí mismo, y ello a pesar de realidades innegables como el concepto clónico o el concepto plagio. literario.

Todos los individuos de una misma especie biológica, así como todas las novelas de una misma biblioteca temática, comparten muchas cosas: es el acervo genético (del gato, del hombre); es el tema de la biblioteca (histórica, negra).

Y de los grupos de individuos a las partes de un individuo. Una novela está hecha de frases ("En un lugar de La Mancha de...") y un ser vivo de caracteres biológicos (pelo rubio, rizado), donde un carácter tiene un célebre soporte químico llamado proteína que es, ni más ni menos, la molécula codificada por el no menos famoso gen. Y todo encaja, porque los genes son precisamente los elementos que integran el genoma, el equivalente del individuo y de la novela. Una frase sólo tiene sentido en el seno de un texto. Las pocas frases autónomas (o libres de contexto) son aquellas que se erigen en un texto completo en sí mismas, como las frases hechas, los aforismos o las greguerías. No existen diccionarios de frases con las que componer diferentes textos. Sólo existen, en todo caso y para reforzar aún más el argumento, diccionarios tipo de los de citas. Las proteínas tampoco existen fuera de la materia viva. No existen minas ni yacimientos de proteínas. El número de proteínas distintas no tiene límite; el número de frases posible es infinito. ¡Siempre se podrá escribir un nuevo verso!

Y sigamos con las partes de las partes, porque las frases se construyen con palabras. Las palabras de la materia viva son unas moléculas llamadas aminoácidos. Todo encaja también aquí, porque con ellas se escriben las proteínas, es decir, las frases químicas de la vida..Y encaja más de lo que pueda parecer, porque un aminoácido se codifica genéticamente con los elementos llamados codones (o tripletes), precisamente las unidades cuya combinación da lugar a los genes. Una palabra no basta para escribir una novela mínimamente seria; pero tampoco se puede decir, bajo ningún pretexto, que un aminoácido esté vivo. Hay palabras químicas (20 aminoácidos), hay palabras en el diccionario de la Real Academia (unas 85.000) y hay palabras genéticas (64 tripletes posibles), pero ya no hay palabras de rango biológico.

Se llega así al último elemento irreductible con el que se escribe una novela o un pedazo de materia viva: el abecedario. Las palabras de una novela se escriben con un número variable de letras elegibles entre las 28 posibles del abecedario castellano; las palabras genéticas, los tripletes, se escriben con tres de las cuatro moléculas disponibles en el alfabeto genético, las llamadas bases. Veintiocho letras sirven para escribir (o traducir) todas las novelas de toda la historia de la literatura; cuatro bases han bastado para componer todos los individuos que han vivido durante los últimos cuatro mil millones de años en el planeta. De hecho, hace bien pocos siglos que ambos abecedarios se han cruzado para que a un individuo vivo llamado poeta le diera por empezar a escribir sobre sus complejidades íntimas.

Jorge Wagensberg es director del Museo de la Ciencia (Barcelona)

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