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Gran ridículo: se lidiaron los Torrestrella inhabilitados

Antonio Lorca

La Consejería de Gobernación de la Junta de Andalucía ha protagonizado el más espantoso de los ridículos. Desde el pasado día 5, la ganadería de Torrestrella está oficialmente inhabilitada p4ra lidiar reses en toda la comunidad autónoma; y en el plazo de una semana ha lidiado seis novillos en la localidad onubense de Niebla, y dos toros, ayer, en la plaza de Córdoba.Lo que parecía un cambio de actitud de la autoridad en la lucha contra el fraude taurino ha quedado en una ilusión fugaz y decepcionante. Se ha convertido, además, en una burla a los aficionados y en un burdo ataque a la fiesta por parte de la Junta, que anunció a bombo y platillo la sanción a dos ganaderos por manipulación de astas y ha visto cómo no han acatado la orden ni los propios delegados provinciales de Huelva y Córdoba. La Consejería de Gobernación es el hazmerreír del mundo taurino.

Tres ganaderías/ Finito

Dos toros (1º y 6º) de Juan Pedro Domecq, flojos y nobilísimos; 2º y 5º de Torrestrella, uno soso y noble, otro encastado; dos de Torrelta, 3º difícil y 4º noble. Finito de Córdoba, único espada: dos orejas; oreja; ovación; oreja; ovación; aviso y ovación; salió a hombros.Plaza de Córdoba, 9 de abril. Más de media entrada.

Ajeno a esta historia, Finito de Córdoba se encerró con seis toros de tres ganaderías comerciales, y triunfó, a, medias. Para empezar, la plaza no se llenó, y para terminar, el torero demostró que posee grandes cualidades para el toro artista y graves defectos para ser figura. Sigue siendo el rey del pico, que no es mal cetro; es poco variado y no toreó con la mano izquierda. Sólo al último toro le dio una serie estimable de naturales.

Su primer toro era un artista excelso. Nobilísimo e incansable en su embestida, Finito lo toreó bien de capa y en varias fases con la mano derecha. Con la izquierda, nada. Muy animoso en el segundo, dibujó tres derechazos y una trincherilla. El tercero fue un toro que lo medía con peligro. No se amilanó el torero y porfió cerca de los pitones.

Una oreja le cortó al cuarto, un animal distraído al que mató en todo lo alto. Recibió con una emotiva larga cambiada al quinto, encastado y con brío, pero de pronto el toro se paró y ahí se acabó la historia. El sexto, sin fuerza y tan suave, que parecía una vaca en un tentadero.

Al final, al torero se lo llevaron a hombros, pero la afición se quedó con la miel en los labios. Finito es un torero hondo, pero frágil; artista, pero cómodo.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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