Çiller invoca la legítima defensa para justificar la ofensiva de Turquía en Irak
"Pueden guardarse sus armas". Con cajas destempladas, la primera ministra turca, Tansu Çiller, replicó ayer por primera vez a las críticas de las cancillerías occidentales por la intervención de Turquía en el norte de Irak, donde 35.000 soldados intentan desde hace 16 días expulsar de sus bases a 2.500 guerrilleros del independentista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). "Sólo tenemos una cosa que decir a quienes nos amenazan por usar sus armas [en alusión al embargo aprobado por Alemania] cuando deberían apoyarnos: tenemos derecho a defendernos", advirtió Ql1er ante un grupo de parlamentarios del Partido de la Recta Vía.El Gobierno de Ankara aún no ha fijado una fecha para la retirada de sus tropas. "Se marcharán lo antes posible, pero después de haber cumplido sus objetivos", explicó a sus correligionarios Çiller, quien insistió en que la Operación Acero "es un acto de legítima defensa".
Mientras, su ministro de Exteriores, el socialdemócrata Erdal Inonu, intenta aplacar a sus aliados occidentales. El lunes, en la primera etapa de su gira, Bonn envió a Ankara un claro mensaje: Turquía debe abandonar el territorio iraquí "mejor hoy que mañana". Inonu se expone a recibir los próximos días una contestación similar en Washington y París.
"Nuevo modelo de seguridad"
En un nuevo frente diplomático,, una delegación política y militar turca viajó ayer al Kurdistán: iraquí para entrevistarse con los líderes del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), Masud Barzani, y de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), Jalal Talaban¡, que controlan el territorio situado al norte del paralelo 36, vetado al Ejército de Bagdad tras la guerra del Golfo. Ankara pretende imponer a ambos dirigentes un alto el fuego en sus enfrentamientos internos como paso previo a la instauración de un "nuevo modelo de seguridad" que impida la reorganización de la guerrilla del PKK en el norte de Irak- tras la retirada de sus tropas.
Los buenos propósitos de Turquía chocan, sin embargo, con el PDK, que ayer acusó a los soldados turcos de haber asesinado a cinco pastores kurdos, entre ellos un niño de 12 años cuyos cadáveres mutilados fueron hallados en la región noriraquí de Sersink. Otros dos pastores han sido dados por desaparecidos tras ser detenidos por las tropas de Ankara, que el domingo bombardearon cuatro pueblos de Sersink. Un enviado de la agencia France Presse verificó que uno de los cadáveres tenía una oreja perforada por un cuchillo y que en otro se observaba el cráneo aplastado, mientras al niño le había sido arrancado un ojo. Las autoridades militares turcas elevan a 306 el número de muertos entre los rebeldes kurdos, y admiten 26 bajas en su Ejército. El PKK, por el contrario, sólo reconoce 20 muertes en su guerrilla y afirma que ha abatido a 500 soldados.
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