Luis Mateo Díez publica una novela de viajantes y carretera
Hace cerca de cuatro años, cuando empezó a recopilar material para la novela, sintió que tenía un espejo entre sus manos, que iba a tirarlo contra el suelo para que se rompiera en mil pedazos. Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) se ocuparía después de recomponerlo en Camino de perdición, su última novela editada por Alfaguara. "Está excesivamente fragmentada, como en trozos rotos. Son observaciones que ponen en evidencia la totalidad de lo que se está contando", aseguró ayer el autor durante la presentación de la obra, para la que se ha guiado en la idea del cuaderno de Bitácora.
Camino de perdición narra la vida de Sebastián Odollo, un viajante de comercio, que recibe la encomienda de cambiar la ruta que le corresponde para indagar el paradero de otro viajante que no regresó. El autor explicó que esta obra tiene mucho que ver con sus anteriores novelas por que "el elemento arquetípico del viaje siempre me ha fascinado y me ha nutrido". Mateo Díez, que aseguró ser un perfecto conocedor de las pensiones y de la vida de los viajantes, definió Camino de perdición como una novela de carretera. "He conocido a muchos viajantes y les tengo gran cariño y respeto", dijo.
El destino
Al comienzo de la novela hay una cita de Faulkner que dice: "Las esquinas todavía por doblar del destino de un hombre". Mateo Díez asegura que se ha pasado media vida confesando que todas sus novelas cuentan aventuras a la vuelta de la esquina. "En esas esquinas todavía por doblar .acecha el destino, la incertidumbre de lo que pueda suceder al doblarlas", explica el autor, para el que la frase de Faulkner ilustra muy bien sus in tentaciones. Los personajes de Mateo Díez no cazan leones en África: "los Sebastianes Odollos viajan sus rutas entre la rutina y lo desconocido, son antihéroes, personas que nunca llegarán a nada, figuras secundarias que tienen la voluntad cautiva, que cumplen su misión profesional, pero que el resto del día son hombres a la deriva".
Juan Cruz, director de Alfaguara, calificó Camino de perdición como un "ejercicio de estilo que servirá para rastrear la lengua que se habla. Está dividido en capítulos minúsculos que se leen de un tirón todos seguidos, pero si hacemos un esfuerzo por separarlos se lee como una Rayuela de este tiempo".
Cruz calificó a Mateo Díez como el escritor más cercano a la novela picaresca y el autor confesó sentirse halagado por que se noten las huellas de los antepasados en su obra. "Soy un heredero del lenguaje que ellos han dejado. Caminamos hacia un lenguaje neutro que no me gusta. Ahora se lleva eso de decir que lo moderno es lo que no está adjetivado. Yo creo que la cantidad es un disparate, pero sin los adjetivos precisos no sabría hacerlo". Se le comparó también con Valle-Inclán: "Las primeras sensaciones de la belleza literaria, yo las tuve con Valle".
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