Italia hace historia con la obra de Antonioni
El presidente Scalfaro inaugura un museo que agrupa la producción del cineasta
De momento, están sólo los 252 cuadros que el Michelangelo Antonioni pintor ha considerado dignos de la historia, junto a carteles originales de sus películas. Pero el proyecto del Museo Antonioni inaugurado ayer en Ferrara por el presidente de la República de Italia, Oscar Luigi Scalfaro, en presencia del cineasta, avanza hacia la conservación de toda la filmografía de Antonioni, de sus guiones y correspondencia. "Aun estando en buena salud, Michelangelo ha decidido vaciar la casa", comenta Enrica, la joven esposa y voz parlante del director, que no puede articular palabra.
Le ha faltado tiempo para volver de Los Ángeles, donde apenas anteayer recibía un Oscar como premio a su trayectoria cinematográfica, a su Ferrara natal, la ciudad de Ariosto y de Tasso, de Giorgio Bassani y sus relatos sobre la comunidad judía del noreste de Italia. Antonioni la dejó en los años treinta por una Roma que se adaptaba mejor al tamaño de sus ambiciones intelectuales y artísticas.Pero próximo a cumplir los 83 años, el último llegado al ex clusivo Olimpo de los Griffith, Lubitsch, De Millel- Cooper, Keaton, Welles, Chaplin, Hawks, Renoir, Vidor, Olivier, Kurosawa, Ray y Fellini, únicos directores de cine que la Academia de Hollywood ha coronado con el laurel supremo hasta ahora, estrecha unos lazos que, en realidad, siempre se mantuvieron. Hace pocos me ses, rodó en esta bella ciudad de unos 130.000 habitantes, donde Lucchino Visconti hizo su Obsesión, uno de los episodios de Oltre le nuvole (Más allá de las nubes), la película que Antonio ni está por firmar, junto a Wim Wenders.
Ayer, Antonioni presidió la conferencia de presentación de su museo, sentado detrás de la estatuilla que le dieron en Hollywood - "ésta es una de las pocas cosas que nos gustaría poder retener algún tiempo", dijo Enrica- y dejándose fotografiar con paciencia. Su mirada penetrante -Wim Wenders ha dicho que un director de cine tiene tanta necesidad de ver, que termina por dolerle la mirada- y la entereza de su gesto hace que resulte casi increíble que le falte el habla desde que sufriera un ictus a mediados de los años ochenta.
El encuentro es muy especial, porque las preguntas van siempre dirigidas a Antonioni pero son respondidas necesariamente por Enrica o por el crítico de arte y amigo Tonino Guerra. El director apenas se inmuta ante las respuestas. Alguna vez sonríe con ironía y, en un caso, cuando su mujer se vuelve pidiéndole respuesta para una pregunta especialmente tonta, junta las puntas de los dedos de la mano izquierda, la única que mueve, para hacer entender en italiano gestual, con cierta impaciencia que sólo le faltaría tener que hablar precisamente ahora.
Autor y obra
Resulta difícil evitar pensar que todo maestro tiende a terminar por parecerse a sus obras y que la presentación del museo tiene mucho que ver con esas escenas de Antonioni en las que "los personajes caminan, pero son estáticos, es como si no se movieran", según dice Tonino Guerra cuando explica que las paradojas son un resultado del aire mágico de Ferrara, que corre por interminables llanuras.
La pintura de Antonioni es, en cambio, montañosa, dado que las Montañas Mágicas ya expuestas en el Louvre, en el Lincoln Center de Nueva York y en la Galleria de Arte Moderna de Roma constituyen el grueso de la obra, junto a un breve periodo abstracto y a los retratos de personas imaginarias. Se trata de una pintura directamente ligada al cine, ya que Antonioni ha pintado pequeñas miniaturas - "empecé cortando en pedacitos un retrato imaginario para reconstruirlo luego, y resultó una montaña", dice en su comunicación escrita- amplificada luego por medios fotográficos. Es, pues, un mundo directamente conectado al de blow up y a la tesis de que "la ampliación revela en detalle una materia invisible en el original", que sustenta los cuadros de Antonioni y varias de sus películas.
Giulio Carlo Argan, el gran crítico de arte muerto hace dos años, escribió que "Antonioni trabaja sobre las imágenes fijas como algunos músicos trabajan más sobre las pausas que sobre las notas" y añadió que "parece legítimo decir que los paisajes visionarios de Antonioni son pintura, pero pintura que puede ser hecha sólo por un director de cine dedicado a su trabajo, ya que devuelven a la esfera de lo visivo algo que el cine le había sustraído".
Esta forma de proceder le ha costado a Antonioni todas las, renuncias que debe realizar quien, por fidelidad a su objetivo, no desciende a compromisos. El resultado, explica su mujer, "es la conquista de la madurez que representa este Oscar. Michelangelo podía haberlo rechazado, pero no quiso hacerlo. Es claro que, en la ceremonia de entrega, sintió una gran emoción pero la superó con una enorme entereza que me comunicó también a mí".
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