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La escasez de lluvias ocasiona que la alergia al polen se presente más suave esta primavera

Los alérgicos al polen de gramíneas -toda planta coronada por una espiga, como el trigo o la avena o las hierbecillas de alcorques y solares- no pasarán demasiadas molestias respiratorias esta primavera, según prevé el Instituto de Alergología. No ocurrirá como en años de lluvias más abundantes, en que se registraron de media más de 200 granos de polen por metro cúbico, (una gran intensidad). Además de las gramíneas, otras tres especies castigan el sistema respiratorio de los madrileños: el olivo, el ciprés y el plátano (árbol que adorna muchas calles de la capital).

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Una primavera se considera suave para los alérgicos cuando la totalidad de pólenes registrados en la atmósfera no llega a los 150 granos por metro cúbico de aire. No obstante, es difícil que un paciente pase la primavera sin tribulaciones. Su sistema respiratorio comienza a alertarse con poco más de 50 granos de polen por metro cúbico de aire.La presencia del polen en la atmósfera depende del clima. En 1990, por ejemplo, se alcanzaron en la atmósfera de Madrid niveles de polen de gramíneas similares a los contabilizados en Londres o Bruselas, donde los alérgicos sufren graves próblemas respiratorios por sus abundantes lluvias seguidas de sol. Sin embargo, esta primavera resultará discreta, sin grandes estornudos, como ocurre siempre en Copenhague (allí llueve mucho, pero a continuación no sale el sol, lo que diriculta que las gramíneas florezcan), según explica Javier Subiza, director del Instituto de Alergología.

Si en los meses de germinación de las gramíneas -septiembre y octubre- se producen lluvias seguidas de sol, y a partir de febrero y marzo hace bien tiempo, estas plantas florecerán con profusión en abril, mayo y junio. La alternancia de chubascos y sol tan típica en la región de Madrid durante las estaciones de otoño e invierno provoca que las gramíneas expulsen el polen a intervalos incluso antes de la primavera, en enero o febrero. Así ha ocurrido en los últimos años, y por eso muchos alérgicos han notado ya los síntomas en los meses pasados.

Pero no sólo por gramíneas estornuda el madrileño, aunque el 94% de la población alérgica le deba a esta planta su temor a la primavera. Otras especies hacen de las suyas también en el primer semestre del año.

Entre enero y marzo la amenaza llega con la familia de los cipreses y las arizónicas, cuya presencia cada vez es más frecuente en las áreas residenciales que proliferan al norte de la capital, debido a su utilización ornamental. Su polen afecta al 23% de los alérgicos.

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En abril reina el plátano, el árbol con mayor presencia en las calles de las poblaciones madrileñas junto a las acacias. Su polen afecta al 51 % de la población alérgica. Todos los plátanos florecen de golpe, a finales de marzo o a comienzos de abril. "En cuestión de 24 horas un ciudadano perfectamente sano puede presentar graves síntomas de rinitis alérgica o asma a causa del polen de este árbol", cuenta Javier Subiza.

El ataque del enemigo invisible prosigue sin tregua: una vez pasadas las tribulaciones del plátano, el turno oficial de las gramíneas y del olivo llega en mayo, junio y julio. Esta planta se encuentra diseminada por toda la región: en los alcorques de los árboles, en el Retiro, la Casa de Campo, descampados, solares.... así que no hay manera de evitarlas. Los olivos, sin embargo, proliferan sólo en la zona sur y en el este. Así que será mejor que los alérgicos sensibles al polen del olivo (61% de la población afectada) no visiten el Olivar de la Hinojosa (actual parque de Juan Carlos I), ni Chinchón, ni Camporreal.

Pero, de cualquier forma, el polen es un enemigo dificil de combatir. Los que eviten el olivo de Chinchón se toparán con las gramíneas de cualquier sitio. únicamente podrán no agudizar los efectos, ya que la mayoría de los alérgicos al ciprés y al olivo lo son también a las gramíneas. Y las especies arbóreas se encuentran muy mezcladas, así que los alérgicos estornudarán en la Casa de Campo, en el Retiro, en el Olivar de la Hinojosa o en plena ciudad. No hay ningún oasis.

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