John Le Carré toma partido por las guerras que no están de moda
'Nuestro juego', su última novela, tiene como trasfondo el conflicto checheno
John Le Carré cree que todavía hay causas por las que luchar. En su última novela, Nuestro juego, que acaba de ponerse a la venta en España editada por Plaza y Janés, el creador de Smíley toma partido por las minorías étnicas. "Quería decir algo muy duro acerca de la represión que sufren los pequeños países y acerca de esas guerras que no están de moda y que los políticos se empeñan en ignorar" aseguró el escritor, de 63 años.
Con Nuestro juego, el ex profesor, ex agente del servicio secreto y ex diplomático recupera un género que parecía tener motivaciones políticas muy precisas. El escritor británico demuestra que la novela de espías no murió con el final de la guerra fría.Como en otras ocasiones, Le Carré, alias bajo el que escribe David. Cornwell, buscó documentación para su novela en el lugar de los hechos. Corría el verano de 1993 cuando decidió visitar Rusia. Llevaba seis años sin viajar a aquel país. Decidió hacerse acompañar por su hijo Nick, de 20 años, aprovechando que el joven disfrutaba de sus últimas vacaciones largas antes de los exámenes finales y que, precisamente, uno de los temas como estudiante era la revolución rusa. "Hablé con mi contacto en Moscú, quien me preguntó a qué clase de gente quería ver allí. Le dije que gánsteres, jefes de la mafia, ex agentes del KGB, nuevos ricos y polis. También le dije: vamos a necesitar un guardaespaldas. Me respondió que me conseguiría uno: Mogomed", escribió Le Carré a su vuelta de Rusia.Campeón de lucha libre
Con Mogomed, un campeón de lucha libre nacido en la república de Abjazia (el. propio Le Carré reconocería después que nunca antes había oído hablar de esta república), el escritor británico conoció la situación de represión que vivían las minorías musulmanas en el Cáucaso: "Me habló de las iniquidades cometidas por Edvard Shevardnadze, presidente de Georgia, de quien él decía que había ejecutado una política de limpieza étnica. Mi guardaespaldas me confesó que casi todos sus amigos habían muerto, refiriéndose a las víctimas de Georgia en el Cáucaso", escribió Le Carré a su vuelta de Rusia.
Depués de aquel viaje, Le Carré se refugió en la seguridad de los acantilados de Cornwall, donde vive en la más estricta intimidad. "El regreso a Inglaterra fue tan deprimente como siempre. Me fui corriendo a casa, vi las noticias sobre Bosnia y me acordé de Mogomed. Comencé a leer libros sobre la historia de la lucha de los países del norte del Cáucaso para librarse del oso ruso, y una de las ironías de mi vida de escritor es que elegí el norte del Cáucaso como escenario porque era una de las zonas de las que en Occidente nadie hablaba. Quería decir algo muy duro acerca de la represión que sufren los pequeños países y acerca de esas guerras que no están de moda y que los políticos se empeñan en ignorar".
En septiembre del pasado año, cuando entregó el primer borrador de su novela, una agente literaria le preguntó si lugares como Grozni eran inventados o si existían en la realidad. "En noviembre ya tenía la respuesta: existían, pero por poco tiempo. No tuve ninguna sensación de triunfo, sólo una náusea". -
Nuestro juego, de la que se han editado 65.000 ejemplares, tiene un final idealista.. Los protagonistas son dos ex agentes británicos que se quedan sin trabajo con el fin de la guerra fría: Tim Cranner, el jefe del espionaje británico, y su principal agente doble en la URSS, Larry Pettifer, llevan años retirados. Cranner vive en el sur de Inglaterra dedicado al cultivo de viñas, y Pettifer da clases en la universidad de Bat. Un buen día el profesor desaparece en compañía de Emma, la amante de su jefe, y un montón de dinero. Tras múltiples persecuciones, Cranner, que ha sido interrogado por la policía y por los servicios de espionaje, se escapa de Inglaterra. En París encuentra a su ex amante, enamorada de otro. A su antiguo agente le descubre en Chechenia, al tiempo que comprueba que el dinero se ha invertido en contrabando de armas para los gerrilleros chechenos.
Le Carré, que trabajó cinco años como funcionario del Foreign Office antes de retirarse a escribir novelas, siempre ha mantenido su vida privada al margen de su carrera. Su agente en Londres ha comunicado que el escritor no piensa conceder entrevistas para promocionar la novela. El infiltrado, su penúltuma obra, vendió 90.000 ejemplares, y La casa Rusia sobrepasó los 200.000 libros vendido en España.
Nuestro juego se ha publicada a la vez en España, Reino Unido y Estados Unidos. Un crítico de The New York Times aseguró que "el viaje que hace uno de los personajes de la novela desde Inglaterra a París y a Moscú es un viaje espiritual y le conduce a comprender lo que Le Carré piensa sobre el fracaso de Occidente a la hora de responder a la nueva dinámica creada en el ex imperio soviético. La incomprensión entre Oriente y Occidente ha enriquecido a este autor, que ha encontrado nuevos territorios donde poner dinamita".
Babelia
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