En la otra orilla
13 pescadores malviven a bordo de los barcos marroquíes apresados en Almería
Jamás habían pisado la otra orilla, a excepción de Marzovik el Mhassani, de 30 años, que se enroló en un barco catalán dos temporadas. Los 12 tripulantes restantes del Nour y el Abdelmalek -los pesqueros apresados el pasado domingo por una patrullera española junto a la isla de Alborán- han desembarcado en la ciudad que miran desde Nador, la orilla marroquí. Fueron detenidos mientras estaban fondeados cerca del inhóspito islote español. Ahora llevan tres días en Almería alargando las escasas provisiones que traían a bordo mientras calculan hasta cuándo les alcanzarán los dirhams.Amarrado en el muelle de levante del puerto almeriense desde la medianoche del domingo, el Abdelmalek sólo comparte con el Estai, el buque gallego detenido por Canadá, su condición de objeto flotante.. El viejo cascarón de la embarcación africana aguanta a duras penas el peso de la red de enmalle a la deriva, de dos kilómetros de longitud. Sus cinco tripulantes comparten una manta y un hornillo de gas para combatir el frío nocturno.
Los funcionarios españoles han aligerado el barco tras decomisar los 55 kilos de pez espada que los marroquíes habían capturado antes del apresamiento. "Este barco no tiene cuerpo para traerlo desde Alborán", alegan para protestar por las 11 horas de travesía forzosa. Los marineros discuten la actuación española. "Intenté explicarles que estábamos protegiéndonos al lado de la isla, que descansábamos antes de regresar a Nador", tercia Marzovik, el patrón del Nour. En realidad, las actas de los inspectores no contradicen su versión: ambos barcos habían fondeado en una zona con sólo diez metros de calado en la que no era posible faenar. Viajaban, sin embargo, con artes ilegales y con material en sus bodegas pescado en aguas de jurisdicción española.
Marzovik teme alargar su estancia en Almería; que se repita la historia del Kamalane, el primer pesquero marroquí apresado por España, que permaneció vinos 80 días amarrado en el puerto andaluz. Y Marzovik tendría entonces que malvivir en el barco al igual que su amigo Mohamed el Osfour, que consumió los 80 días en el Kamalane sin más compañía que su perro Fran, hasta que hace 15 días pudo volver a casa.
Osfour, un avezado patrón de pesca con una amplia experiencia en cubiertas españolas y africanas, rehuía la soledad con prolongadas conversaciones con su madre, Ijja, a la que telefoneaba diariamente. Los giros maternos garantizaron la manutención del pescador.
Los marineros de los barcos que sustituyen al Kamalane especulan en corrillos sobre su suerte y matan la ansiedad con paseos junto al mar. Viven ex-pectantes ante la posibilidad de que España reconsidere el apresamiento y libere les barcos incondicionalmente, una opción que se barajaba ayer.
Sobrellevan la espera entre bromas. O tantean puertas sin éxito. Como Lutmani Mustafá, (te 27 años, que guardaba como oro en paño los dirhams equivalentes a 8.000 pesetas y el teléfono de un conocido almeriense, asociado con su tío en una empresa pesquera. Después (le numerosas tentativas infructuosas -marcaba los dígitos de derecha a izquierda-, Mustafá se despidió de su interlocutor presa de la decepción. Ni el español le ofreció ayuda ni el marroquí, por pudor tal vez, la solicitó. Así que ya sólo conserva con mimo el dinero.
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