Nueva 'vuelta de tuerca'
La Coordinadora de Afectados en Defensa de la Lengua Castellana (Cadeca) quiere expresar su más enérgica protesta ante la nueva vuelta de tuerca que el Gobierno de la Generalidad de Cataluña quiere llevar a cabo con su nueva ley social de normalización lingüística, la que han dado en llamar: vivir en catalán, y que en realidad va a significar: prohibido vivir en castellano.Primero inmersionaron a nuestros hijos en catalán; después, en todos los colegios públicos relegaron el castellano al nivel de cualquier lengua extranjera alegando que debían conocer ambas lenguas para poder elegir, aunque por esta misma regla, y si todo no estuviera basado en el engaño, deberían haber inmersionado en castellano a los niños catalanohablantes. Ahora les obligarán a vivir en catalán y sólo en catalán.
Más de 25.000 docentes tuvieron que abandonar la enseñanza, cuando no Cataluña, debido a las presiones e imposiciones lingüísticas. Las discriminaciones laborales, de las que la Generalidad da ejemplo, son cada día más patentes. Hasta para ser barrendero o enterrador, hablar en catalán es condición indispensable. A los que pedimos un bílingüismo real, sin imposiciones y con igualdad de trato, se nos acusa de anticatalanes, cuando no de fachas, nazis o fascistas. Acusan justamente de aquello que ellos practican, un viejo sistema que todavía sigue funcionando. ¿Para qué sirvió negar a Minoría Catalana su propuesta de incluir en la Constitución la obligatoriedad de conocer las distintas lenguas vernáculas, si ahora se deja a los nacionalistas hacer de su capa un sayo, dentro de sus fronteras?
Primero se normalizó -se controló ideológicamente- a los profesores que se encargan de formar a los niños de hoy y hombres del mañana, a continuación se procede a normalizar a las fuezas de orden público. Por fin y si lo logran: los jueces y magistrados. El nacionalismo catalán conseguirá así su objetivo: una nación lingüística, con poder omnímodo de sus dirigentes, pero sin independizarse del todo de España, a fin de poder seguir alimentándose del enfrentamiento y poder seguir pasando la bandeja en concepto de deudas y agravios históricos.
El proceso es brillante, pero indigno por la forma. Si se quiere independencia, que se haga un referéndum -que no lo harán porque lo perderían- Lo que no se puede hacer es este asalto disimulado y continuo al Estado de derecho, ni se puede marginar y tratar como a ciudadanos de última clase a los que quieren tener la lengua española como propia, y a los que, no por casualidad, se les llama inmigrantes. ¿Alguien ha llamado así al señor Roca cuando ha trabajado en Madrid? ¿Llaman en Madrid inmigrantes a los catalanes que allí trabajan? Nadie los llama así porque se les considera como a iguales, cosa que el señor Pujol no hace en Cataluña.
No toda la culpa es del señor Pujol; el señor González nos ha convertido en moneda de cambio -de muy bajo cambio-, con tal de no perder el poder y todo lo demás. ¿De qué nos han servido los cien años de honradez si en Cataluña todavía no hemos hecho la transición, ni -siquiera hacia algo tan básico como es la libertad de idioma? Que no se confundan ni el uno ni el otro. La historia, nuestros hijos y nuestros votos les van a pasar cuenta. Seguro. Presidenta de Dadeca.
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