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FALLAS DE VALENCIA

Sorpresa: ¡Un toro!

Salió un toro; ¡por éstas! Un toro cinqueño con trapío, seriedad, largura y lo que hay que tener. La sorprendente aparición del toro dejó perplejos a muchos afícionádos. "¿Será posible?", se preguntaban, sin dar crédito a sus ojos. Los madrileños castizos suelen decirlo sin la e: "¿Será posibl?"- Y sí, era posible, con la e y sin ella. Y por éstas que fue cierto. Que se metarmofoseen en Margarita Xirgu los toros artistas del señor Dornecq, si no.No se trataba de un toro anunciado, desde luego. Antes bien hizo sobrero, y por eso la sorpresa llegó a ser morrocotuda. Verlo allí hondo y badanudo, largo y ensillado, acucharao y fosco, enseñoreándose del redondel con su potente tranco y la mirada aviesa, muchos espectadores no tuvieron más remedio que ponerse a cavilar. Y se preguntaban: si esto de ahí es un toro, ¿qué era lo que ha estado saliendo a lo largo de la tarde y todos los días de la feria?

Sepúlveda / Liria, Carrión, Senda

Dos toros, 5º y 6º, de Sepúlveda (tres fueron rechazados en reconocimiento, uno devuelto por inválido), bien presentados, bravos y nobles. Tres primeros de Montalvo, chicos, manejables. 4º sobrero de Conde de la Maza, cinqueño, con trapío, bronco. Pepín Liria: metisaca trasero bajo, media, rueda de peones y descabello (silencio); dos pinchazos, estocada corta muy tendida caída, rueda de peones, descabello -aviso- descabello (ovación y salida al tercio). Manolo Carrión: estocada desprendida (aplausos y saludos); estocada desprendida perdiendo la muleta (palmas). Paco Senda: estocada caída (aplausos y saludos); pinchazo -primer aviso-, pinchazos, estocada caída -segundo aviso- y descabello (palmas). Plaza de Valencia, 14 de marzo. 6ª corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

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He ahí el busilis: ¿qué era lo que han estado sacando por los chiqueros en esta feria fallera y el día de autos también? Las respuestas forzosamente han de ser heterogéneas. El espécimen Sepúlveda al que sustituyó ese sobrero -toro con lo que hay que tener-, más bien parecía cabra; el Montalvo mocho que abrió plaza, oveja; los dos ejemplares siguientes, un muestrario de las más selectas menudencias del reino animal. Lo de días precedentes, la ratita... Para qué seguir.

El caso cierto era que irrumpió en la arena el toro, y allí fue ella: inquietudes y estremecimientos, suspiros y jaculatorias, brega laboriosa y dura, puyazos a mansalva, precauciones y ligeros pies por banderillas, trasteo azaroso en la faena muletera, suerte y vista a la hora del volapié. Eso por parte de los toreros; mientras por la del toro, cabezazos bestiales, derrotes furiosos contra el peto, volver grupas al sentir el hierro, persecución traicionera a la grey de plata, y al as de oros intrépido, coladas y gañafones.

Pepín Liria hubo de entendérselas con ese toro cinqueño, pronto avisado y finalmente pregonao, y se empleó en una faena fragorosa, sórdida por los muchos arreones que hubo de sortear, valiente a carta cabal y peleona. Le aplaudieron mucho, en justo reconocimiento de su entrega. Pepín Liria es torero habituado a estos rudos lances, y no tuvo mayor problema para resolver sin daño para su persona las añagazas del toro cinqueño y bronco. Lo malo de Pepín Liria es que coge carrerilla y todos los toros los torea por igual. Ocurrió en su primero, al que muleteó crispado y retador, cuando lo único que le pasaba al pobre animal era que estaba inválido y no acababa de entender el motivo de tanta bronca.

Hubo más sorpresa en la tarde: dos toros bravos. únicos del hierro Sepúlveda que se llegaron a lidiar, recargaron en tres varas, tres, cada uno -lo cual constituye otro sorprendente acontecimiento- y desarrollaron nobleza inequívoca en el último tercio. Dos toros de oreja y vuelta al ruedo; dos toros que le hubiesen valido un cortijo en Linares, a cualquier diestro con verdaderas ansias de triunfo.

La cuestión estriba ahora en saber si Manolo Carrión y Paco Senda, a quienes correspondieron, traían esos propósitos e ilusiones, porque ambos toros se les fueron al desolladero con las orejas puestas y prácticamente sin torear. Algo parecido acaeció en los primeros ejemplares de su lote. Carrión, monótono y desangelado, se colocaba fuera de cacho, o ahogaba las embestidas, y luego citaba con la muleta retrasada, metía el pico, templaba poco; Senda parecía atropellar la razón al estilo Liria, demostraba arrojo y toreaba acelerado, cuando la boyantía de sus toros demandaba un toreo reposado, cadencioso y hondo.

La ausencia de arte en tales circunstancias clamaba al cielo, y el cielo respondió sumiendo la fiesta en tinieblas. Quiere decirse que se fue la luz. Noche ya cerrada, se fundieron los plomos y era dificilísimo advertir lo que acontecía en el ruedo. Llega a salir entonces el torazo aquel, y nos creemos que es el Leviatán, matando moscas con el rabo.

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