_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Son conservacionistas los piratas?

LUIS ATIENZA SERNAEl autor asegura que el Estai ha sido objeto de un secuestro en aguas internacionales y con riesgo para la integridad física de las personas

La agresión grave y sin precedentes, realizada por patrulleras canadienses abordando ilegalmente y conduciendo contra su voluntad al barco de pesca español Estai a un puerto canadiense constituye una flagrante violación del derecho internacional del mar, que va más allá de los problemas de gestión y conservación de los recursos pesqueros en aguas internacionales. Se trata de un abordaje y del secuestro de un barco en aguas internacionales, fuera de las 200 millas de aguas jurisdiccionales y con riesgo para la integridad física de las personas, que amenaza con imponer la ley de la selva en la explotación de los recursos marinos.Por poner un ejemplo cercano, esta agresión equivaldría a justificar el ataque de la Armada española, en aguas internacionales, a cualquier barco que utilizara redes de emnalle a la deriva, amparándose en razones de con servación de los recursos; y, por cierto, serían razones avaladas científicamente con muchos estudios, no como las que ahora esgrime la Administración pesquera canadiense. La actitud canadiense de erigirse unilateralmente en el gendarme de la gestión y conservación de los recursos pesqueros en el Atlántico norte, las llamadas aguas de la zona NAFO (organización que agrupa a los países que faenan en el Atlántico noroccidental), acompañada de una bien elaborada y financiada estrategia de comunicación, de la que tengo constancia escrita -y que me temo también ha llegado a España-, debe ser puesta en evidencia.

Más del 80% de la plataforma continental canadiense, y por tanto un porcentaje incluso superior de los recursos, se encuentra dentro de sus 200 millas de zona económica exclusiva. Hace 18 años, cuando la comunidad internacional decidió en el seno de Naciones Unidas aumentar hasta 200 millas las aguas jurisdiccionales, la zona quedó reservada casi exclusivamente para la flota canadiense: desde entonces ha sido objeto de una esquilmación que no avala precisamente la política de gestión de los recursos canadienses y que ha provocado una grave crisis en su flota pesquera. La crisis de esa flota y, al parecer, los previstos recortes presupuestarios han empujado a la Administración canadiense a trasladar hacia el exterior sus problemas internos y a extender más allá de sus 200 millas la gestión conservacionista que tan buenos resultados ha dado.

La pesquería del fletán negro en aguas profundas -entre800 y 1.500 metros- es relativamente reciente. Surgió, hace cinco años, de la investigación oceanográfica y de las campañas experimentales llevadas a cabo entre la flota española y la Administración pesquera, concretamente el Instituto Español de Oceanografía (IEO); por cierto, uno de los más importantes e internacionalmente reconocidos centros de investigación pesquera del mundo. Se buscaban, como lleva haciendo el IEO desde hace 80 años, caminos para diversificar la actividad.

Hasta 1995 no existía cuota para esta especie en aguas de la NAFO, dado que se trataba de una pesquería nueva. En el mes de septiembre, en el seno de la NAFO, el organismo internacional responsable de la gestión de la actividad pesquera en esas aguas, se decidió fijar una cuota total de capturas. para el fletán negro de 27.000 toneladas, lo que representaba reducir a menos de la mitad la actividad pesquera, teniendo en cuenta que se habían capturado en 1994 unas 60.000 toneladas, 44.000 de las cuales por la flota de la Unión Europea.

España no estuvo a favor de esa cuota. No había base científica para fijar una cifra inferior a 40.000 toneladas. De hecho, fue la primera vez en que se fijó una cuota por debajo de las recomendaciones científicas. No obstante, una vez adoptada en firme, la Unión Europea la aceptó.

El problema se ha planteado posteriormente sobre el reparto de esas 27.000 toneladas entre las flotas con actividad en esa especie. Canadá maniobró en la NAFO para conseguir, por seis votos a favor, cinco en contra y dos abstenciones, una distribución de la cuota que reducía en más de un 90% las posibilidades de captura de la flota de la UE y multiplicaba por más de tres sus posibilidades de captura.

La adopción de estas decisiones por mayoría simple rompe la práctica habitual del organismo -que toma sus decisiones por consenso- y debilita la defensa de las flotas de la UE al contar todas ellas con un solo voto, por ser la UE la parte contratante y la responsable de la negociación.

La UE, a petición de España y por unanimidad, decidió, de acuerdo con las normas de la NAFO, objetar este reparto y fijar una cuota autónoma acorde con el peso relativo de la actividad de la flota de la UE en la zona. De esta forma se garantizaba el reparto equitativo del esfuerzo de reducción de la captura del fletán negro. No es, por tanto, un debate entre conservacionistas y no conservacionistas, sino sobre el reparto de la cuota.

Es necesario decir que la flota comunitaria ha estado sometida a lo largo de 1994 a un elevado número de inspecciones y que la UE ha sido la única parte contratante de la NAFO que ha cumplido íntegramente con el programa piloto de observadores y de inspecciones en puerto. Ello refleja, sin duda, la voluntad de la UE, y de la Administración española, en materia de inspección y control, muy superior a la normal en aguas internacionales.

La flota española se caracteriza, además de por su profesionalidad, por ser una de las más antiguas y duraderas del mundo. Durante generaciones. los hijos han heredado los barcos y las artes de sus padres, adecuándolos siempre a la modernidad, pero respetando siempre el futuro. Nadie mejor que los pescadores saben que agotar un recurso, esquilmar una especie, es negar el futuro. Que Canadá, que ha esquilmado sus aguas en sólo 18 años, pretenda ampararse en razones conservacionistas para expulsar contra toda razón y derecho a nuestros pescadores es, cuando menos, paradójico. Estoy seguro de que la Unión Europea adoptará todas las medidas necesarias para acabar, en el más breve plazo posible, con esta absurda y peligrosa situación. El Gobierno español no va a regatear firmeza en defensa del ejercicio legítimo de la pesca por parte de nuestra flota.

Luis Atienza Serna es ministro de Agricultura Pesca y Alimentación.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_