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Dedales y tijeras contra Altman

Lauren Bacall, Sofía Loren y Anouk Aimée defienden al cineasta de 'Prêt-à-porter'

Andrés Fernández Rubio

Bacall, Loren y Aimée, tan distintas pero tan ejemplares en su elegancia, no dudan en decir que con Altman volverían a trabajar mañana mismo. Prêt-à-porter se estrena en España el día 24, después de que los críticos de Nueva York se mostraran tibios y de que en París se dividiesen ante la parodia circense de Robert Altman.Sea cual sea la opinión, el entretenimiento lo asegura el despliegue espectacular de personajes. Estrellas en papeles, cortos (Kim Basinger, Julia Roberts, Tim Robbins, Marcello Mastroianni...); apariciones de los diseñadores más conocidos (Christian Lacroix, Gianfranco Ferré, Jean-Paul Gaultier, Issey Miyake, Sonia Rykiel...); topmodels (Naomi Campbell, Christy Turlington, Carla Bruni, Amber Valetta...), y famosos que hacen de sí mismos (Cher, Harry Belafonte...).

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Lauren Bacall aparece con ropa italiana en este día soleado del invierno de Nueva York, ciudad en la que vive -"Sí, visto de Armani", dice con reverencia-. Lleva pendientes de aros, seis anillos y nueve pulseras que tintinean cuando se ríe a profundas carcajadas o lanza su declaración de principios: "Yo digo la verdad, y eso, en una mujer, está mucho peor visto".

La que fue modelo absoluto de belleza durante décadas interpreta en Prêt-à-Porter a una ex editora del Vogue daltónica, personaje inspirado en la legendaria Diana Vreeland. Y explica que se lo pasó estupendamente con todo el jaleo montado por Altman, que metió tres cámaras y a sus actores en los seis desfiles reales que aparecen en la película (los tres restantes fueron creados para la ficción). "Creo que Lagerfeld se veía demasiado importante para ser uno entre muchos", dice con su voz ronca la viuda de Bogart. "Aunque es un hombre de talento. Y respecto a Valentino, no sé de dónde sacó la idea de que la película trataba de humillar al mundo de la moda. Eso nunca fue así".

Lagerfeld, la imagen de Chanel, anunció que el cineasta haría una "caricatura de pesadilla". Pero Altman, con su equipo de decenas de prestigiosos actores y técnicos siguiéndolo fielmente, interpretó de otra manera la negativa de Lagerfeld a colaborar: "es una especie de gran dama, y yo no lo cortejé". "Valentino se alió con Lagerfeld, pero sólo porque Kim Basinger, que interpreta a una reportera de televisión, no iba a estar corriendo detrás de él por las pasarelas", añade Robert Altman con su aspecto de Búfalo Bill que no se muerde la lengua. "Se enfadó y cambió de posición, porque al principio estaba de nuestra parte. El resto de la gente nos ayudó mucho. No hay que olvidar la publicidad que esperaban conseguir".

Suzy Menkes se siente defraudada: "El público puede encontrar divertida la película, pero la gente como yo, que ama la moda con pasión, está desilusionada". La periodista se extraña de que en Prêt-à-Porter nunca se vea a nadie trabajando, por ejemplo. Lauren Bacall, que fue modelo antes que actriz, pone el punto de equilibrio al establecer las diferencias entre la industria de la moda y la del cine. "No veo relación entre ellas", dice, "porque la moda es teatral únicamente en los desfiles; el resto es puro negocio, pero también mucho trabajo y mucho talento de la gente involucrada en ello. Por lo que respecta a las modelos en comparación con las actrices, lógicamente, el de la interpretación es un oficio mucho más creativo".

Sofía Loren, a los 60 años, se ha puesto para la entrevista un vestido rojo de botones dorados. Detrás de su aspecto de tímida diva de ópera subida a unos zapatos rojos, dice que para ella "la ropa no es algo muy necesario" y que nunca se pondría nada con lo que no se sintiera cómoda. "A veces voy de compras a Dior o a Armani", confiesa, "cuando tengo algún acontecimiento o velada social. En los demás momentos, visto cosas sencillas, porque mi vida también es muy sencilla".

La actriz interpreta a Isabella de la Fontaine, viuda del presidente de la Cámara de la Moda, al que odiaba y del que se sospecha que ha sido asesinado. En París (varios de los personajes se pasan la película pisando mierda de perro), en el ambiente de los desfiles del prét-á-porter, esta intriga se cruza con la de las principales directoras de las revistas de moda (Elle, Harper's Bazaar y Vogue británico), retratadas como auténticas arpías en su intento de contratar en exclusiva al principal fotógrafo del mercado. "La película es casi más acerca de la prensa que de la moda", dice Robert Altman. "Refleja la explotación que subyace en el mundo de la moda con la complicidad de cierta prensa, que, como la televisión, está cayendo cada vez más bajo. Para conseguir publicidad, hay una gran cantidad de publicaciones dispuestas a tomar cualquier decisión arbitraria en aras de la llamada política editorial".

Sofía Loren asegura que con Prêt-à-porter no ha aprendido nada sobre ese mundo que no supiera antes. "Mi principal concepción acerca de la moda es que llega y pasa, llega y pasa. Y que es, divertida", dice la actriz. Y añade tres razones por las que le gustó el proyecto: "Acepté el papel porque me pareció una buena historia, porque la dirigía Altman y porque me daba la oportunidad de trabajar con Marcello. Me encanta Marcello".

Dedales y tijeras contra Altman

Frente a la delicadeza de la Loren, la irónica mordacidad de Robert Altman, que explica a continuación su teoría sobre por qué la alta costura es tan importante: "Económicamente es muy buena para el mundo, ya que quita dinero a los ricos para realimentar a la gran máquina del capitalismo. O sea, que estoy totalmente a favor de que se cobre a esas mujeres 30.000 dólares por un vestido que no vale ni 1.500, ya que no podemos conseguir ese dinero a través de los impuestos, que es como debería ser".Anouk Aimée no se quita las gafas oscuras. Lleva un vestido negro con la chaqueta de terciopelo. Su personaje es uno de los más conseguidos de la película de Altman, una diseñadora de alta costura que, ante el hecho consumado de que su hijo ha vendido a sus espaldas el negocio, se saca de la nada su último gran desfile: las modelos salen a la pasarela desnudas en una espectacular escena. La propia Aimée aparece sin ropa, convenientemente tapada por las demás modelos.

Belleza humana

"Me impresionó mucho la escena final", dice la actriz francesa, "porque cuando esas chicas desfilan normalmente parecen como de otro planeta, van creando una atmósfera sexual, rompedora. Y, así, de pronto, verlas desnudas me conmovió, Ias encontré muy femeninas y sorprendentes en su belleza humana". Anouk Aimée, cuya secretaria en la película está interpretada por Rossy de Palma, explica su concepto de la elegancia: "No es lucir un vestido de Ungaro, sino poseer algo interior y natural. Si ves el vestido antes que la mujer, es que la mujer es fea. Pero si la mujer es bella o tiene alguna clase de elegancia, se dirá que va muy bien vestida sólo después de haber reparado en ella. La verdadera moda es siempre una segunda piel".

El más transformado tras el trabajo en la película parece el propio Altman, para quien el gran problema del mundo de la moda es su falta de profundidad -"rascas y la veta es muy débil", afirma-. Desde antes de marzo de 1994, cuando se rodó la película, hasta ahora, ha perdido 27 kilos por prescripción médica. "O sea, que tuve que cambiar mi vestuario por completo. Y, con toda esa gente a mi alrededor, reconozco que me he convertido en una víctima de la moda". Y abre la americana y enseña sonriente una etiqueta de Cerruti y un polo de Trusardi.

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