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CASOS ROLDÁN Y GAL

Belloch se emplea a fondo a descalificar la política e los dirigentes del PP

CAMILO VALDECANTOS / ANABEL DÍEZ Luis Roldán parece atesorar poderes taumatúrgicos. El jurista Juan Alberto Belloch, habitualmente altivo pero moderado, se transformó ayer en un agresivo militante socialista que sorprendió incluso a sus compañeros con un ataque político y personal contra los líderes del PP y su estrategia. Empezó por todo lo alto para disipar las dudas sobre sus intenciones: "Nunca la derecha española, en toda su historia, ha tenido un problema de liderazgo tan grave como hoy". Rugieron los escaños, con gritos, insultos y pateos. Pero Belloch, siguió barrenando: "Las referencias a Aznar les colocan a ustedes al borde del ataque de nervios. Les comprendo perfectamente".

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Francisco Álvarez Cascos, portavoz del PP, trazó dos líneas fundamentales en su discurso: ridiculizar la operación policial, que para Belloch es "un hito", y buscar la yugular política de la responsabilidad de Felipe González en los vericuetos del capitán Khan y la peripecia laosiana.Belloch, que hizo descansar su primera intervención en una extensa argumentación jurídica, se transmutó en la réplica y decidió entrar en el enfrentamiento político abierto.

Además, Belloch mezcló su descalificación del PP -"ustedes son un riesgo público grave"- con insistentes guiños a la militancia, a los diputados y a la cúpula socialista: "Nosotros sí tenemos un líder, Felipe González".

Belloch hizo referencias expresas al proyecto socialista, del que se declaró defensor, y tras negar con rotundidad que piense dimitir, se atrevió a colgar la única posibilidad de que esto ocurra en la percha de una pérdida de confianza por parte del presidente, del grupo parlamentario o del propio PSOE.

En términos más técnicos y prácticos, Belloch dijo que si se invalidasen las actuaciones jurídicas como consecuencia de una declaración de ilegalidad en la detención de Roldán, no tendría que dimitir, sino que daba por seguro que el presidente del Gobierno lo destituiría.

Mientras que Belloch instaba al PP a que "pidiera perdón a los ciudadanos" y reiteraba que no sentía respeto alguno por los diputados sentados en los escaños de la derecha del Congreso, el resto de los grupos de opósición se irritaba por momentos.Irritación de Aguilar y Rabola

Antes de que Rosa Aguilar, de IU, y Pilar Rahola, de ERC, hicieran patente su enojo porque toda la atención del ministro iba hacia el PP y no dedicaba ni un ápice de energía a responder a las preguntas que le habían formulado sobre la operación, Belloch seguía a lo suyo: "Piensan ustedes que difamar es gratis y que los ciudadanos no tienen memoria".

Inmediatamente antes había hecho una selección de los comentarios sobre la suerte que había corrido Roldán formulados a lo largo de estos meses por diputados del PP, de los que no dio su nombre. La mayoría de ellos tenían que ver con la presunta complicidad del Gobierno y el fugado para tenerle escondido, llegando a las acusaciones de asesinato de Roldán.Los socialistas instaban al ministro a que culminara las citas identificando a los dirigentes del PP que las habían formulado, pero fue en la única tentación en la que no cayó Belloch.

La respuesta de Álvarez Cascos fue inusualmente mesurada; hasta tal punto que hizo al ministro apelaciones a la serenidad. Belloch se burló en su contrarréplica haciéndole ver que era la persona "menos indicada" para este tipo de llamamientos.

Belloch vaticinó que el Partido Popular seguirá a partir de ahora una estrategia de "sistemático ataque contra el ministro que tuvo la fortuna de detener a Roldán".

Rosa Aguilar, en nombre de IU, calificó la postura del ministro de "provocadora y causante de crispación", y le acusé de "degradar el debate" por no haber contestado ninguna de las interrogantes que suscita la detención de Roldán: "Con su actitud, el PP no ha podido llegar a más ni usted a menos".

Emilio Olabarría (PNV), cuya intervención fue juzgada por muchos diputados de todos los grupos como la más brillante, se extendió en reprochar al ministro que dejase flotando excesivas dudas sobre los problemas jurídicos que plantea la detención, y lamentó que algunos grupos de oposición aprovechen políticamente la falta de información para crispar la vida política y especular con lo ocurrido. Para Olabarría, hay que afrontar serenamente las posibilidades jurídicas y no despreciar las opiniones de quienes sostienen que pueden surgir problemas en la instrucción.

Incluso el portavoz de CiU Ramón Camp mantuvo un tono crítico por la oscuridad y la falta de información, pero concluyó que lo importante era que Roldán estuviese en manos de la justicia y pidió al ministro seguridades de que será juzgado sin limitaciones.

Javier Barrero, que se estrenaba cómo portavoz socialista, mantuvo también un discurso agresivo hacia. el PP en el que más tarde se apoyó Belloch.insistentemente. Barrero provocó protestas y risas en los escaños de la oposición al preguntarse, por ejemplo: "¿Qué sería de la oposición si el pueblo viera que sólo este partido [el PSOE] es capaz de luchar contra la corrupción? Quedarían desnudos; no tienen otro programa".

Javier Sáenz Cosculluela, nuevo presidente de la Comisión de Justicia e Interior, tuvo que intervenir en numerosas ocasiones para calmar los ánimos y pedir silencio'. Su de bú mereció incluso la felicitación privada de Álvarez Cascos, quien reconoció que los diputados no se lo habían puesto fácil.

Ni los diputados ni el ministro. En determinado momento Belloch advirtió que no trataba de molestar a nadie, pero que había decidido dar lectura a una cita que traía preparada de una obra de Carlos M. Cipolla. El título del libro, con el que trató de resumir la actitud del PP, da una idea cabal de cómo se bordearon los límites de la agresividad parlamentaria: Las leyes fundamentales de la estupidez humana.

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