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CARDIOLOGÍA

Técnicas genéticas y fármacos para reparar corazones ya dañados

La combinación de la terapia genética para regenerar el corazón dañado con un enfoque farmacológico que ataje a tiempo la degeneración del órgano definirá la futura terapéutica cardiológica, según expresó Vijak Mahdavi, investigadora de Harvard Medical School (EE UU), en el segundo Simposio Internacional sobre Cardiopatía Hipertensiva que tuvo lugar recientemente en Bilbao.La regeneración de las zonas- dañadas del corazón que ha sufrido un infarto es la meta que persigue Mahdavi, que colabora estrechamente con el español Bernardo Nadal, director del Laboratorio de Cardiología Celular de Harvard. En 1993 Nadal dio a conocer el mecanismo genético que bloquea la regeneración del miocardio, hallazgo que desencadenó la búsqueda de las proteínas que puedan revertir ese proceso.

Ratón transgénico

Estas células, a diferencia de otros tejidos, crecen sólo en las primeras semanas de vida; luego ya no se regeneran, por lo que el daño del miocardio por infarto es irreversible. El equipo de Nadal conoce los dos genes cuya interacción es crucial para transformar una célula común en cardiaca, así como las proteínas que interrumpen ese proceso. Ahora han diseñado un ratón transgénico que carece de uno de estos genes. Se ha visto que las células cardiacas del roedor, si se extraen y cultivan in vitro, pueden multiplicarse. El siguiente paso será conocer "las interacciones de las proteínas reguladoras y copiarlas con otras moléculas".

Con la creación de otro ratón transgénico se intentará en vivo la regeneración del corazón, mediante la introducción de material genético en las células, objetivo que puede cumplirse en dos o tres años. "El desafío", advierte Mahdavi, "consiste en lograr un balance entre el crecimiento celular y el funcionamiento normal del corazón".

En caso de éxito, la terapia genética no será la panacea, señala. "Habrá que combinar el enfoque genético con el farmacológico, completando la acción reparadora del prime ro con la preventiva del se gundo". En este sentido apunta el trabajo, publicado en American Journal of Cardiology, de Miguel M. Iriarte, catedrático de cardiología de la Universidad del País Vasco, descubridor del origen microvascular de ciertos casos de angina de pecho. Hasta ahora se creía que esta patología se debía siempre al estrechamiento de las grandes arterias coronarias. Iriarte ha encontrado su origen en alteraciones de los diminutos vasos sanguíneos del corazón.

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