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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Salpicar la OTAN

EL CASO de presunta corrupción en el que podría estar implicado el secretario general de la OTAN, Willy Claes, así como también dirigentes del partido socialista flamenco, podría tratarse de un escándalo político más, de los que afectan, parece que en una racha inagotable, a buena parte de la vida política de Europa occidental. Pero la condición de primer funcionario de la Alianza Atlántica del belga Claes, y las inquietudes expresadas sobre la operatividad de un secretario general bajo sospecha, le dan al caso un carácter más significativo.La venta en 1988 de una partida de helicópteros italianos Agusta a Bélgica, por valor de unos 30.000 millones de pesetas, generó, según todos los indicios, unas comisiones de cerca de 200 millones. Tanto Claes como el actual ministro de Exteriores, Frank Vandenbroucke, también socialista, habían reconocido inicialmente que habían tenido conocimiento de la oferta, pero que la habían rechazado. Entonces Claes era ministro de Economía, y Vandenbroucke, presidente del partido. Esta semana, interrogados por la magistratura, han negado cualquier implicación delictiva de sus actos, aunque su conocimiento de la tentativa de soborno y su aparente indiferencia ante la misma proyectarían una poderosa sombra sobre su actuación.

En lo que podría ser una especie de beso de la muerte, el vicepresidente norteamericano, Al Gore, expresó el lunes "el pleno apoyo" de su país a Willy Claes, lo que sólo se dice cuando cabe dudar de ese apoyo. Mal asunto cuando el máximo responsable de una organización como la OTAN tiene necesidad, a ojos de los miembros, de manifestaciones de apoyo y confianza de este tipo.

Esas palabras hacen coro, además, con una preocupación generalizada en medios de la Alianza por lo que todo ello pueda suponer de perjuicio a la imagen de la organización. El dicho sobre la mujer del César, al que, sin embargo, tan poco caso hacen recientemente numerosos políticos de nuestro entorno, parece aquí muy de recibo.

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La Alianza Atlántica es hoy la única organización que garantiza eficazmente la seguridad de Europa occidental. Su plena operatividad y la absoluta solvencia de sus mandos son piezas inexcusables de nuestra defensa común.

Ni Claes ni nadie deben pagar por culpas que no sean propias. Debe aclararse rápidamente el asunto y establecerse hasta qué punto el secretario general de la la Alianza Atlántica se puede ver afectado en su credibilidad y prestigio personal por el escándalo. Porque lo que es seguro es que la operatividad de la OTAN no ha de pagar, en ningún caso, las consecuencias de estos hechos.

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