Urbanismo y ecología: ¿una contradicción?

España se está desertizando, pero tiene fácil y rápida solución, en ausencia de otros vehículos normativos, a través del añadido de un solo artículo a la Ley del Suelo, del siguiente tenor:Toda obra nueva localizada en régimen de urbanización (que esté situada fuera del casco urbano primitivo) precisará que cuente con un número de árboles y/o plantas de altura autóctonos que represente el 5% del total del número de metros construidos de esa-s nueva-s construcción-es. Respecto de las construcciones en urbanizaciones ya existentes, se les rebajará a sus propietarios un 1 % en la contribución urbana, si la comunidad de propietarios se acoge a este porcentaje de árboles por metro cuadrado construido. Si tenemos en cuenta que en nuestro país se construyen cada año unas 500.000 viviendas (de una media de 90 metros cuadrados) entre públicas y privadas, obteniendo el 5% de plantaciones arbóreas, estaríamos ante la nada despreciable cifra de 2.300.000 nuevos árboles por este solo concepto.

Asimismo, acogiéndose un tercio de las comunidades de propietarios existentes, con el fin de obtener la reducción de un punto en la contribución urbana, se obtendrían 25 millones de nuevos árboles o plantas autóctonas. Estamos con ello hablando de una nueva masa forestal equivalente a 25.000 hectáreas, sin coste para el erario público y beneficio medioambiental patente. Ya no entremos en la creación de una semana ecológica-escolar, en la que unos colegios, en el radio reducido de su ubicación, quitarían maleza, y otros, en torno a su igual y reducido perímetro de ubicación, harían plantaciones de nuevos arboles, con la supervisión de sus maestros o profesores-