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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

'Glásnost' de Zedillo

LA DEMOCRATIZACIÓN de México gira hoy en torno a la solución de un doble problema: deshacer la alta trama que cometió dos asesinatos políticos en 1994 y reducir pacíficamente la insurrección chiapaneca. únicamente despejados esos graves interrogantes será posible un verdadero replanteamiento de la gravísima situación económica, la recuperación de la confianza de los inversores internacionales y la consolidación de una economía mexicana para el siglo XXI.El doble problema político -en el fondo, la doble cara de una misma cuestión- se resume, por orden de aparición en escena, en la revuelta, de momento escasamente militar, de Chiapas, y la sensacional presunta implicación de Raúl Salinas, hermano del presidente anterior, Carlos Salinas de Gortari, en el asesinato del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, ocurrido el 28 de septiembre pasado. La acusación y detención del hermano presidencial debe vincularse también al asesinato, anterior, de Luis Donaldo Colosio, que fue el candidato inicial del PRI a la presidencia.

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La detención de un hermano de Salinas resquebraja el sistema político mexicano

De esta forma, la presidencia de Ernesto Zedillo, aunque zarandeada por gravísima s crisis (el derrumbe del peso y las exigencias norteamericanas de control sobre la economía mexicana como precio de un salvavidas de 50.000 millones de dólares), se halla hoy en un momento crucial en el que sólo la audacia debería ser de recibo, o, lo que es lo mismo, en una situación en la que sólo la democratización puede sacar al país del pozo político y económico en el que se encuentra.

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La acusación contra Raúl Salinas, que se proyecta

inevitablemente también sobre el anterior presidente,

parece atestiguar que Zedillo es consciente de la oportunidad que se le presenta de ir a por todas en su apertura democratizadora. Todo ello nos habla de los tiempos complejos que se avecinan, de batallas en el interior de esa vasta coalición de intereses que es el Partido Revolucionario Institucional, en el poder, bajo diversos nombres, desde hace más de 60 años.

Zedillo difícilmente encontrará en 4 PRI, aun en su facción más radical para el cambio, suficientes

apoyos que le permitan ganar la guerra política; tendrá, y hasta cierto punto ya ha dado. los primeros pasos para ello, que dirigirse a la sociedad en su conjunto y contar con los partidos de la oposición: el PAN, derechista, con un planteamiento democrático aparentemente sincero, y el PRD de Cuauhtémoc Cárdenas, una izquierda de ideología difusa.Junto a la batalla puramente política se yergue también el enfrentamiento en el Estado de Chiapas. Se atacó a Zedillo dentro y fuera de México por su aparente incoherencia al dar al Ejército la orden de captura contra el dirigente zapatista, subcomandante Marcos, para luego dejar caer que tampoco corría demasiada prisa hacerlo. Ahora se entiende que el presidente mexicano no pecaba de incoherencia: mientras. el Ejército recuperaba las municipalidades de Chiapas, una vez que los zapatistas las hubieran abandonado, preservaba la posibilidad del diálogo con los alzados.

Junto a ello, la firmeza en la investigación hasta sus últimas consecuencias de los dos asesinatos políticos constituirá una prueba de gran valor para los insurrectos de que el nuevo presidente es sincero en su oferta de apertura y cambio democratizador para todo el país y no se limita a una mera negociación sobre agravios locales. Por eso, los dos problemas, hacer justicia y negociar con el movimiento insurrecto en Chiapas, se unen en un solo camino para la salvación de México y su salto a la modernidad y la sociedad democrática.

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