Taxi y comunicación
No hay una experiencia similar. Ni el cinerama, ni el sensurround han conseguido efectos tan devastadores sobre los que reciben la información, el mensaje. Se podría decir, sin temor a exagerar, que los avances en pantallas envolventes con sonido cuadrafónico se quedan cortos a la hora de comparar con el demoledor efecto de la tertulia de radio oída desde el interior de un taxi camino del puente aéreo en cualquiera de sus direcciones.La experiencia de laboratorio realizada con cobayas no contaminados (personas que no hubieran oído antes la radio ni hubieran viajado en taxi) arrojaría resultados espectaculares, posiblemente más alarmantes que los provocados por el crash en Estados Unidos (una oleada de homicidios injustificados que hace hablar de un baño de sangre durante los próximos años).
En cualquier caso, desconocemos si hasta el momento algún sociólogo ha intentado poner en relación el aumento de la criminalidad en las grandes ciudades con el aumento de las tertulias radiofónicas en países como España. Desprovistos del aparato estadístico necesario, podemos, sin embargo, aproximamos al fenómeno si nos ponemos en una situación de inocencia relativa. No se alarme el lector, no se trata de poner en marcha un fraude: todo lo que viene a continuación es verídico, incluso textual. Sólo es inventada la situación: el lector va en un taxi desde Barcelona al aeropuerto del Prat a las ocho de la mañana, y hay un tráfico intenso. El resto está tomado de la realidad.
Tertuliano 1. Por no hablar de los millones que se ha llevado la mujer de don Alfonso.
Tertuliano 2. Bueno, la mujer de don Alfonso y además su primo, que estuvo trabajando en el Ministerio X, donde le había metido el propio.
Tertuliano 3. Pero no hay que exagerar, hombre, que el pobre primo hizo sus oposiciones a la Administración...
Tertuliano 1. Hombre, ya. Pero todos sabemos ya en este país cómo se hacen las oposiciones. Un toquecito del primo...
Taxista. ¡Desde luego!
Tertuliano 2. Luego dicen que si cuando el franquismo se robaba. No es que yo vaya a defender el franquismo, pero no estoy seguro de que lo hayamos mejorado.
Tertuliano 3. Estoy de acuerdo, porque aquí todos somos demócratas, y el que diga que somos unos fascistas es un soberano cornudo. Pero durante el franquismo se pusieron las pensiones y el seguro de desempleo, y ahora nos quieren contar que ha sido idea suya.
Tertuliano 1. Yo tampoco estoy de acuerdo con el franquismo, porque la dictadura no es buena, salvo en épocas de desorden. Pero manda narices que los señoritos, porque son unos señoritos, nos quieran vender que han cambiado las cosas. Y, durante el franquismo, un empresario se lo pensaba dos veces antes de despedir a un obrero.
Taxista. Hay que joderse. El obrero hemos salido perdiendo. Y lo de la democracia, yo...
Tertuliano 2. Pero volvamos al primo, que nos estamos saliendo del tema. El asunto es que hizo unas oposiciones..
Tertuliano 1. Amañadas.
Tertuliano 3. Amañadas, desde luego. Bueno, hizo las oposiciones y se puso a robar. Porque lo que éstos hacen es sólo robar. ¿O cómo le llama usted a eso, señor Pi (por ejemplo).
Taxista. Robar. No hacen más que robar. Antes al que robaba se le caía el pelo. Ahora sueltan a los asesinos.
Tertuliano 2. ¿Y no ha tenido nada que ver con los GAL?
Tertuliano 1. Que se sepa, no. Pero de eso hablamos mañana, porque tela hay para cortar.
Taxista. Eso huele que apesta.
Pasajero incauto. Sí, habría que investigar a fondo.
Taxista. Lo que habría que hacer es matarlos a todos. Con tiros en la nuca, como hacen ellos. A los de la ETA, a los de la PSV, a los que expropiaron a Ruiz Mateos, y a los que montaron el GAL, por chapuceros.
Pasajero incauto. Cóbrese mil novecientas.
Taxista. ¿No tiene cambio? ¿Pero qué se ha creído, que soy el Banco de España, que soy del Gobierno?
(El final lo deben escribir los sociólogos).
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