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MÉXICO

Toreo alegre, variado y completo

El toreo alegre, variado y completo de Arturo Gilio lo convirtió en el triunfador de la tarde. También David Silveti y Armillita salieron con deseos de agradar, pero la falta de movilidad de sus toros truncó sus esfuerzos.Al codicioso que abrió el festejo David Silveti lo recibió estatuariamente con suaves lances. Inició su trasteo por alto y después corrió la mano con señorío y mando en series por la derecha, pero el animal se paraba.

Al tardo cuarto le instrumentó un valeroso quite por gaoneras. Con la pañosa lo toreó aseadamente, pero el burel, que embestía claro, se empezó a quedar y terminó agarrado al piso.

Con el segundo Armillita no se pudo quedar quieto con el percal porque el viento lo descubría. Aunque el burel punteaba, el de diestro le instrumentó con la muleta dos tandas con temple y mando por el derecho, pero la poca fuerza del bicho no le permitió mayor lucimiento.

Aguirre / Silveti, Armillita, Gilio

Toros de Rodrigo Aguirre, con peso y leña, débiles, descastados excepto 1º y 3º. David Silveti: ovación y salida al tercio; división. Armillita: ovación y salida al tercio; abucheos. Arturo Gilio: oreja; palmas.Monumental Plaza México, 26 de febrero. Tres cuartos de entrada.

Armíllita saludó al quinto con una larga cambiada de hinojos. En su animosa labor con la muleta se estrelló contra la mansedumbre y falta de energías del cornúpeta, que acudía con la cabeza alta y doblaba las manos.

Arturo Gilio destacó en todos los tercios con el alegre tercero. Lo recibió de rodillas con dos largas cambiadas y después cargó la suerte en bella tanda de verónicas desmayando los brazos. Llevó a la res al caballo con artísticas tapatías y se adornó en banderillas. Metió los pies en la montera e inició la faena con un cambio por la espalda, y sin moverse continuó con pases por alto. Ligó buenas series por la derecha, abusando del pico en la primera, pero luego rectificó y toreó con temple y mando.

El que cerró plaza era difícil, pero el espada de Torreón volvió a lucirse con los palitroques. Hizo su labor con enjundia, pero las dificultades del adversario no le permitieron hacer gala de su creatividad y lo despachó. A la hora de la verdad nuevamente enseñó sus agallas y ejecutó un espectacular volapié, dejando el acero hasta la empuñadura.

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