Pedro Laín Entralgo termina su reflexión sobre la persona en su última obra
"Creo que el cosmos tuvo una creación desde la nada", dijo anoche el académico y catedrático emérito de Historia de la Medicina Pedro Laín Entralgo en el Círculo de Lectores de Madrid. Presentaba su libro Alma, cuerpo, persona, que constituye la tercera y última entrega de una serie de tres obras, constituida también por Creer, esperar, amar y Esperanza en tiempo de crisis.En presencia de la ministra de Cultura, Carmen Alborch, el director del Círculo de Lectores, Hans Meinke, subrayó el hecho sobresaliente de que las conferencias anuales con que el Círculo de Lectores celebra el cumpleaños de Laín, el 15 de febrero, hayan culminado en un tercer libro, dentro de una muy vasta producción, y este año celebren los 87 años del académico.
Según explicó Laín Entralgo, su actual reflexión constituye la transición entre la propuesta "yo tengo un cuerpo que pertenece a mi ser" -que vertebró su pensamiento mientras era catedrático en activo- a la preocupación sobre "cómo mi cuerpo pertenece a mi ser".
"Lo primero que fue, el cosmos, fue energía radiante, espacio y tiempo", dijo Laín Entralgo en una exposición en la frontera entre la fenomenología y la metafísica. "La energía se condensó en partículas elementales, primero simples -quartz, electrón, neutrino-, que luego dieron pie a partículas elementales estructuradas, con masa y carga eléctrica", dijo Laín Entralgo después de proponer que "el hombre es cuerpo viviente y actuante, realidad material humanizada, energía concentrada, estructurada y evolutiva. No es fuerza, sino dinamismo".
Desde Aristóteles
Antes de exponer sus particulares intuiciones y conclusiones sobre la energía del hombre, el último libro de Laín Entralgo realiza un recorrido histórico sobre el pensamiento relativo al alma que comienza en Platón, el primero que distinguió entre alma y cuerpo, y el primero que propuso la perdurabilidad del alma más allá que la del cuerpo.
En todo momento Laín Entralgo sostuvo que al hombre hay que empezar a conocerle por su conducta, sobre la base de que el hombre es un ser que, en el ejercicio del libre albedrío, crea símbolos y es inconcluso.
Aristóteles profundizó en los conceptos de materia y forma, sustancia y accidente, causa y movimiento. Tomás de Aquino cristianizó el aristotelismo, en tanto que Descartes prestó por primera vez una atención científica al conocimiento del cuerpo humano. Para Kant, el alma es la unidad sintética de todo cuanto nos dice nuestra experiencia interior, en tanto que la mentalidad moderna recuperó la tradición materialista de los atomistas griegos.
Babelia
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