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El escándalo de las comisiones ilegales sacude al Gobierno belga a tres meses de las elecciones

Xavier Vidal-Folch

El escándalo de las presuntas comisiones ilegales pagadas con ocasión de la compra -en 1988- de 46 helicópteros militares de la empresa italiana Agusta ha puesto contra las cuerdas al Gobierno de coalición de Bélgica. El primer ministro, el democristiano Jean-Luc Dehaene, manifestó ayer que "con los datos actuales" -y subrayó actuales- no pedirá a su viceprimer ministro, el socialista flamenco Franck Vanderbroucke, que dimita. Pero el clima de sospecha se ha instalado en el país por el silencio de los dirigentes socialistas sobre hechos que conocieron.

La pacífica política belga se ha puesto al rojo vivo y amenaza la estabilidad del Gobierno de coalición de cuatro partidos, democristianos y socialistas de habla francesa y valona. La tensión iguala, por lo menos, la de julio de 1991, cuando el dirigente socialista francófono André Cools fue asesinado por este caso, sin que se haya averiguado aún quién fue el autor. Y corre pareja a la que se registró en enero del año pasado cuando a los tres Guy -un ministro, y dos ministros regionales del mismo partido y del mismo nombre- se les retiró la inmunidad parlamentaria, para facilitar la investigación judicial por el mismo asunto.Ahora no hay muertes súbitas, ni, de momento, renuncias a la inmunidad. Pero la opinión pública está insólitamente crispada. Se siente engañada porque tres altos dirigentes del Partido Socialista Flamenco no dijeron lo que sabían. Los tres son Willy Claes (entonces ministro de Economía y hoy secretario general de la OTAN), Lous Tobback (hoy presidente del partido y entonces ministro de Interior) y Franck Vanderbroucke (entonces presidente de los socialistas flamencos y hoy ministro de Exteriores y viceprimer ministro).

50.000 millones

Lo que sabían es que el tesorero del partido, Etienne Mangé -hoy encarcelado- les había informado en enero de 1989 que la fábrica italiana de los helicópteros, comprados por 50.000 millones de pesetas un mes antes, había ofrecido "donativos" a los partidos y que ellos mismos los "habían rechazado categóricamente y en unos instantes".

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Mangé aseguró a los jueces de Lieja que tras esa negativa, él mismo, y por su exclusiva iniciativa, aceptó 200 millones de pesetas para ayudar a cubrir la deuda del diario De Morgen, que giraba en torno a la órbita del partido. Pero el antiguo director del periódico, Paul Gossens, acaba de declarar que el tesorero "no tenía la costumbre de tomar iniciativas personales, su autonomía era mínima", lo que ha arreciado las tensiones y la desconfianza.

Tobback y Vandenbroucke justificaron su silencio escudándose en que no sabían lo que estaba declarando Mangé, y en que deseaban evitar interferir en la justicia.

Claes explicó el suyo diciendo que la reunión de enero de 1989 había sido "una anécdota" insignificante. Entre sus argumentos figura el que la sugerencia de donativo no podía constituir una propuesta de comisión ilegal, porque el contrato ya había sido firmado un mes antes. Los tres han declinado dimitir.

Dehaene, quien tampoco ha querido poner la mano en el fuego sobre las finanzas democristianas, salió ayer en apoyo de la decisión de su viceprimerministro de mantenerse en el cargo, al menos mientras se mantengan "los datos actuales". Pero denunció "las prácticas ilegales que son siempre corrupción" y lamentó que este clima alimente "un voto antipolítico que nada soluciona". Se refiere con ello a la extrema derecha, cuyas perspectivas electorales para dentro de tres meses no son nada desdeñables, especialmente en Flandes, donde en las recientes municipales alcanzó el 28% de los votos en la ciudad de Amberes.

Inquietud en la Alianza

La extensión de la sensación de crisis en la OTAN fue despachada por el mandatario belga, con su acostumbrada energía. Dehaene negó ayer que la OTAN hubiera pedido información sobre si Claes estaba implicado en este escándalo. "Nadie me ha preguntado nada y yo no tengo nada que decir", afirmó el primer ministro belga.

Sin embargo, la inquietud por este caso sigue creciendo en la Alianza Atlántica. Ayer un diplomático declaró que la organización "no puede permitirse una nueva política de vacío de poder, después del producido por la larga enfermedad del anterior secretario general Manfred Wórner [fallecido el pasado mes de agosto]".

Hasta ahora, sólo el ministro de Exteriores holandés, Hans van Mierlo ha manifestado que Claes está en una situación "vulnerable, mientras que los otros socios se "mantienen confiados", según indicaron ayer fuentes de la organización. "Los holandeses hablan siempre aprisa y demasiado deprisa", replicó Dehaene.

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