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Reportaje:

La 'mordida' anega Alemania

La Hacienda germana reconoce como gastos empresariales deducibles las cantidades pagadas como sobornos

Si los viejos funcionarios prusianos, los que convirtieron la honradez y el cumplimiento del deber en estereotipos asociados con Alemania, levantasen la cabeza no darían crédito a sus ojos: en la Alemania unificada la corrupción se ha convertido en algo cotidiano. Miles de millones de marcos de dinero público se roban, despilfarran o se esfuman en la reconstrucción de la antigua República Democrática Alemana (RDA), pero la situación no cambia mucho en el oeste del país. Al mismo tiempo surgen por doquier estafas en mayor o menor escala: ya sea una banda organizada que desde dentro de la compañía telefónica Telecom aumentaba las tarifas a los usuarios o los centenares de manitas cuya máxima capacidad técnica reside en calcular cómo desplumar mejor a sus clientes a base de facturas infladas.La prensa alemana se ocupa cada vez con más frecuencia de la corrupción cotidiana. La revista ilustrada Tango aparece esta semana con toda su portada dedicada a la "Betrugs-Republik Deutscvhland", juego de palabras con el nombre oficial del país transformado en "República Estafadora de Alemania". El semanario político de más prestigio, Der Spiegel, ha dedicado al tema dos portadas en los últimos dos meses: una sobre la república untada y otra sobre el despilfarro de miles de millones en la reconstrucción del este de Alemania.

La fundación socialdemócrata Friedrich Ebert trató la corrupción estos días en un seminario en Berlín. Lo que allí se dijo hará revolverse en sus tumbas a quienes en su día construyeron una república de Bonn, donde hace 35 años el entonces ministro federal del Interior, el democristiano Gerhard Schröder, afirmaba con orgullo: "Tal vez uno de cada mil funcionarios públicos sea corrupto".

Hoy las cosas han cambiado en Alemania. En uno de cada tres sumarios abiertos en el campo de la criminalidad organizada, aquella que se apoya en mafias de distinta procedencia, aparece implicado algún empleado público. Se supone que las cifras que no salen a la luz son todavía mayores. Un ex funcionario de Hacienda en Potsdam reconoce haberse apropiado de 7,2 millones de marcos (más de 625 millones de pesetas al cambio actual). Un funcionario de la oficina de extranjeros de Colonia vendía permisos de residencia. Policías de Rostock se encontraban implicados en la prostitución. Un comisario de policía de Duisburgo se había implicado en el negocio de abastecer de prostitutas los burdeles holandeses... La lista sería casi interminable.

Incremento de los sobornos

Der Spiegel se ocupó de la corrupción cotidiana a fines del año pasado. En la información quedaba claro el crecimiento explosivo de los casos de corrupción, sobre todo a partir de la unificación de las dos Alemanias. Un gráfico muestra los sumarios contra servidores del Estado sobornados en dos grandes ciudades. En 1988 se habían abierto en Francfort 361 sumarios. El año pasado esa cifra había aumentado a 1.498. En 1991, en Múnich, los sumarios por corrupción contra empleados públicos eran 30, que se convirtieron, en 595 a finales del año pasado.Ante este panorama, no resulta extraño que el presidente de la Oficina Federal de lo Criminal (BKA), una especie de FBI alemán, Hans Ludwig Zachert, haya afirmado en el seminario berlinés de la Fundación Ebert que la corrupción de los funcionarios amenaza en principio a todos los campos de la Administración pública: desde el simple administrativo hasta los alcaldes electos. El presidente del Tribunal de Cuentas del Estado federado de Hesse, Udo Müller, expuso en el mismo seminario que entre los funcionarios alemanes no se producen situaciones de tipo mafioso, porque al esquema organizativo le falta la centralización característica de la actuación mafiosa. El volumen mayor de la corrupción se concentra en los procedimientos de autorización y concesión de obras públicas. Los daños al sector de la construcción se estiman en 10.000 millones de marcos (870.000 millones de pesetas). Otros terrenos abonados para la corrupción son los carnés de conducir, los permisos de residencia para extranjeros y la entrega de viviendas subvencionadas.

La paradoja y el cinismo de los mecanismos de corrupción llegan a tal punto que Hacienda reconoce como gastos empresariales deducibles en la declaración de impuestos las cantidades pagadas como sobornos. Esto lleva a afirmar al periódico liberal de Múnich Süddeutsche Zeitung en un comentario publicado el pasado 2 de enero: "Dineros para untar, por extraño que suene, pueden ser deducibles, según el derecho fiscal alemán". El periódico concluye: "Esto significa: las oficinas de Hacienda fomentan la corrupción".

El martes, un grupo de diputados del partido ecopacifista Los Verdes presentó una iniciativa ante el Parlamento Federal (Bundestag) para poner coto a la corrupción. El texto propuesto como una resolución del Bundestag empieza con estas contundentes afirmaciones: "La corrupción se ha convertido en una seria amenaza de las bases morales de nuestra sociedad". Y concluye: "Un derecho fiscal que anima a las empresas de forma indirecta a presentar los dineros de sobornos como costes normales fomenta un clima social en que la corrupción se considera un delito de caballeros o como una parte ineludible de la actuación empresarial".

El despilfarro de la reconstrucción del Este

La semana pasada, Der Spiegel apareció con una portada que ha desencadenado el escándalo en Alemania y abierto una brecha más entre el Este y el Oeste del país unificado. Nueva leña para el fuego y la disputa entre wessis (occidentales) y ossis (orientales). El semanario informa del despilfarro de 65.000 millones de marcos (casi 5,7 billones de pesetas) en la reconstrucción del la antigua República Democrática de Alemanía (RDA).Desde la caída del muro en 1989 hasta finales del año pasado se invirtieron en el este de Alemania 514.000 millones de marcos (45 billones de pesetas) aportados por el contribuyente alemán, más 20.000 millones de marcos (1,75 billones de pesetas) de la Unión Europea (UE). El semanario cita a un funcionario del Tribunal de Cuentas europeo, Bernhard Friedmann, encargado de controlar el gasto de los fondos comunitarios de la UE, y le atribuye la frase de que en el este de Alemania reina una "situación siciliana".

La información de Der Spiegel cayó sobre terreno abonado. Desde enero de este año, los contribuyentes alemanes han visto reducidos sus ingresos con el llamado recargo de solidaridad, que grava con un 7,5% complementario sobre lo que hay que pagar de impuesto sobre la renta. Este impuesto añadido se destina a la reconstrucción del Este. La publicación de que se despilfarran o roban millones ha indignado a todo el país. La respuesta de los políticos y ciudadanos del Este ha sido: "Y tú también", para afirmar que más o menos lo mismo ocurre en el Oeste y añadir, con razón, que en gran medida las empresas que se han lucrado con la reconstrucción del Este proceden del Oeste.

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