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Pupitres de ayer

Una exposición enseña a los colegiales de hoy cómo era la escuela franquista a la que fueron sus padres con el "Parvulito" bajo el brazo

Sorpresa, incredulidad y una cierta mirada de estar viendo una vieja película en blanco y negro son las reacciones más generalizadas de los escolares que estos días contempla en la exposición La escuela del ayer en la Sala Municipal de Leganés (178.000 habitantes). La muestra, que en los últimos dos años ha recibido 400.000 visitantes en Murcia y en Castilla y León, es la primera vez que se exhibe en la Comunidad de Madrid.Se trata de un trabajo de recopilación realizado por la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Enseñanza de Castilla y León, que intenta no sólo recordar los viejos métodos de enseñanza, sino Proponer una reflexión sobre el cambio acaecido mostrando el material educativo que ha conformado la vida escolar de varias generaciones.

El ámbito cronológico abarca desde los orígenes de la enseñanza obligatoria que marcó la Ley de Instrucción Pública (1857), también conocida como ley Moyano, hasta la Ley General de Educación de 1970, con especial incidencia en la escuela franquista.

Nostalgia y sorpresa

Por eso la nostalgia de los mayores contrasta con la cara de, sorpresa con la que los escolares de hoy miran esa escuela del ayer, mucho más clasista y sexista y donde llegaban mensajes para cimentar los valores del régimen y la religión católica desde todos los puntos.

"Qué farde", exclama nada más entrar a la sala una de las alumnas del colegio Miguel Delibes.

Tras la explicación de las dos monitoras, los chicos de octavo del colegio San Agustín tienen tiempo para la reflexión. Raúl López, de 13 años, manifiesta que cuando sus padres y abuelos le hablaban de cómo era el colegio, "para mí que exageraban un poco, pero ahora que lo he visto creo que es verdad". Daniel se sentía un chico con suerte "porque ahora los profesores ya no utilizan la regla". Joana destaca el clasismo, "que se ve hasta en las fotos con el maestro rodeado de los mejor vestidos y con los niños más pobres sentados en el suelo". A María Ángeles lo que menos le ha gustado es la discriminación hacia las chicas. "Todos somos iguales", asegura, aunque reconoce que algunos de sus compañeros "todavía se creen más".

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Tres espacios delimitan la exposición: la reproducción de un aula, los juegos y labores y los recursos didácticos. Es precisamente este último el que mayor interés despierta en los chavales que se mueven y miran viejos instrumentos de escuelas ricas, como esferas armilares, un telurio para observar los movimientos de rotación y traslación de la Tierra, una pequeña prensa de vino,. tipógrafos o también- ciclostilos.

En el aula, como en, los años cincuenta, todo gira en torno a la mesa del maestro. Frente a él se alinean los pupitres de madera con sus tinteros y pizarrines. Desparramados en las mesas, las viejas cartillas de rayas de Ángel Rodríguez Álvarez, el Catón, el Parvulito y la Enciclopedia de Álvarez. No faltan el catecismo, los cuadernos de esmerado trazado caligráfico y los calentadores artesanales.

Por las paredes se diseminan láminas de la historia religiosa, mapas antiguos y pósters con las hazañas épicas de la conquista de América o el sitio de Tarifa. Ocupan un lugar privilegiado un gran crucifijo y dos fotos, una de Franco y otra de José Antonio Primo de Rivera.

Cuando las monitoras interrogan a los chicos sobre quiénes son los de las fotos sólo algunos de los más mayores citan al anterior jefe del Estado. Los más pequeños hablan "del que está en las monedas". A José Antonio no le reconoce ninguno. La exposición tiene visitas organizadas para escolares de 5º a 8º, de EGB.

Las risas de los chicos van en aumento cuando les explican lo de las huchas de chinitos del Domund, los altares del mes de mayo con su urna de peticiones para la Virgen o la lámina del chico bien y mal educado, donde se recoge, por ejemplo, que está bien educado el que, cómo buen cristiano, tiene la costumbre de santiguarse al salir de casa" o el que "no se queda a jugar en la calle porque los compañeros no siempre son buenos".

"Mera coincidencia"

El ayer choca frontalmente con el hoy. Los escolares miran los antiguos usos como si fueran un extraño museo. Este proceso de cambio en la escuela ha sido tan radical que "para los niños cualquier parecido de lo que ven con la realidad es mera coincidencia", asegura Carlos Cermeño, de la Federación de Sindicatos de Enseñanza.

Para Alfonso Lechón, director de la Delegación de Enseñanza de Leganés, el objetivo es que mayores y niños hablen y se comuniquen sus vivencias "y que de ese contraste surja el enriquecimiento de todos".

El calendario de visitas organizadas para colegios está ocupado ya en las próximas cuatro semanas. A la vista del éxito, es posible que se prorrogue la duración de la muestra, ya que de momento sus organizadores no tienen previsto llevarla a otros puntos de la región. La escuela de antaño es, de momento, cosa de Leganés.

La escuela del ayer. Sala Municipal de Exposiciones, calle Antonio Machado, 4, Leganés. Hasta el 31 de marzo. Mañanas: visitas organizadas. Tardes: abierto al público de 19.00 a 21.00 horas. Domingos y festivos: de 12.00 a 14.00. Entrada libre.

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