La carga atómica que la URSS olvidó
Científicos rusos intentan desactivar una bomba enterrada en Kazajstán
ENVIADA ESPECIAL En unas rocas de granito al noreste de la república centroasiática de Kazajstán, científicos militares rusos, especialistas de élite en bombas nucleares, llevan a cabo una misión arriesgada y sin precedentes: deben desactivar en los próximos días una carga atómica, cuya explosión quedó suspendida hace casi cuatro años en el polígono de Semipalatinsk, que, junto con el polígono Novaia Zemlia (en el Círculo Polar Ártico), fue el principal centro de experimentación de bombas atómicas de la URSS.
La Unión Soviética realizó pruebas nucleares en Semipalatinsk desde 1949 hasta 1989 (terrestres y aéreas hasta 1962 y subterráneas después). La URSS declaró una moratoria indefinida en sus pruebas nucleares a partir del 24 de octubre de 1990.
La carga nuclear que va a ser desactivada tiene una potencia entre los 0,3 y los 0,4 kilotones, está instalada en una galería horizontal (a 600 metros en el interior de la roca y a 130 metros de profundidad desde la cumbre de la montaña) en el macizo montañoso de Deguelén, según afirmaba esta semana el periódico Kazajstánskaya Pravda. En un detallado artículo, desde la ciudad secreta de Kurchátov (la capital del polígono, antes llamada Semipalatinsk-21), el periódico informaba de una reunión a puerta cerrada de los responsables de la misión, cuyo desenlace se prevé a principios de marzo.
Las cargas nucleares, cuya explosión fue preparada y no llevada a cabo en Semipalatinsk, son en realidad tres, según afirmó a EL PMS el escritor 01zhás Suleiménov, que dirige el movimiento ecologista Nevada-Semipalatinsk, una organización fundada en 1989, con gran capacidad de convocatoria en los últimos años de la URSS. Según Suleiménov, una de las cargas, de 150 kilotones de potencia, está colocada horizontalmente, y otras dos, en galerías verticales, a 500 metros de profundidad.
Expertos occidentales consultados por esta corresponsal afirmaron que una prueba de 150 kilotones podía considerarse normal dentro del programa nuclear soviético, y señalaron que una carga nuclear de 0,3 a 0,4 kilotones sería muy reducida, algo así como "un botón en un traje", aunque apuntaron que estas cargas de menor potencia podrían formar parte de detonadores experimentales para armas mas grandes, o de ingenios para medir los efectos de la radiación sobre instalaciones y equipos. A título comparativo, la explosión de Hiroshima tuvo una potencia de 25 kilotones.
La misión que se realiza en Semipalatinsk se inscribe en el marco de un acuerdo gubernamental entre Rusia y Kazajstán y sus res ponsables son expertos de los mi nisterios de Energía Atómica y Defensa de Rusia, así como de los centros nucleares de Rusia y de Kazajstán, entre otras instituciones. Se trata, según Kazajstánskaia Pravda, de la flor y nata de la ciencia nuclear rusa, con experiencia en decenas de explosiones nucleares realizadas en Novaia Zemlia y Semipalatinsk. Al mando del equipo está Aleksandr Shcherbina, del Centro Nuclear de Rusia.
La carga nuclear, que debía utilizarse para calibrar los efectos de una irradiación de alta intensidad sobre equipo bélico moderno, fue colocada en el fondo de la "galería 108" en mayo de 1991. Después, la galería fue bloqueada con hormigón y tapiada para que los gases de la explosión no salieran al exterior. Todo estaba preparado para la prueba, prevista para 1991, pero el intento de golpe de Estado y la desintegración de la URSS cambiaron radicalmente la situación. Presionado por un fuerte movimiento antinuclear, el presidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbáiev, clausuró Semipalatinsk. Y hasta hoy los científicos no saben qué hacer con la carga enterrada en las montañas de Deguelén.
Tanto los norteamericanos como los rusos han desactivado cargas que, por diversas causas, no habían hecho explosión. Sin embargo, esta es la primera vez que entre la instalación del artefacto y su desactivación media un intervalo de varios años. "En la práctica mundial no hay ejemplos de una carga nuclear que haya permanecido durante tanto tiempo fuera de un depósito atómico so metido a los controles necesarios sobre el estado del material de fisión. Por eso, nadie puede dar una garantía total sobre el comportamiento del ingenio tras un periodo tan prolongado de es tancia en la galería", declaró Shcherbina a Kazajstánskaya Pravda.
Por el momento, el alojamiento de la carga parece dejar ya mucho que desear: la galería se ha llenado de agua y ha sufrido algunos derrumbes, el andamiaje se ha podrido y los gastos totales de desactivación se valoran en un mínimo de 1.500 millones de rublos. Obreros expertos han excavado una nueva galería -al ritmo de 90 centímetros por turno y utilizando concentraciones de dinámita inferiores a lo habitual-, afirmaba Kazajstánskaya Pravda, según la cual quedan 30 metros para llegar al ingenio. La última etapa es perforar la cámara de hormigón donde está la carga con ayuda de compresores. Un equipo de tres o cuatro personas al mando del académico Borís Litvínov debe entrar en el recinto, señalaba el periódico. Litvínov tendrá que decidir si desmonta la carga o la destruye con ayuda de explosivos corrientes. "La reacción en cadena estará totalmente excluida y, por supuesto, todo se hará de tal modo que las partículas de la carga nuclear no salgan al exterior", afirmaba el periódico. Por si las moscas, los responsables kazajos preferirían que el artefacto fuera desmontado y trasladado fuera de la república.
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